En el actual conflicto entre Israel y Hezbolá en el Líbano, los ataques aéreos israelíes en Beirut han dado un giro peligroso. Los bombardeos, que tuvieron como blanco oficinas gubernamentales y zonas residenciales, han causado la muerte de nueve personas y herido a otras 14. Estos ataques aéreos han suscitado serias preocupaciones por el uso de armas prohibidas por parte de Israel y sus implicaciones para el conflicto en curso.
El ejército israelí ha advertido a los residentes del sur del Líbano que evacuen la zona, mientras continúa su ofensiva terrestre con más de 200 ataques aéreos en todo el país. Sin embargo, los ataques también han alcanzado zonas fuera de las zonas de evacuación designadas, causando más víctimas civiles y generando inquietud sobre la precisión de estos ataques.
El ejército libanés dijo que un ataque israelí contra uno de sus puestos en el sur del país mató a un soldado. Israel dijo el miércoles que ocho de sus tropas murieron en batallas contra Hezbolá, sus primeras bajas desde que comenzó una incursión terrestre a principios de esta semana.
El uso de fósforo blanco: un supuesto crimen contra la humanidad
Los informes sugieren que los ataques israelíes han incluido el uso de fósforo blanco, una arma química prohibida en zonas civiles, que habría sido lanzada en contra del Centro de la Autoridad Sanitaria de Beirut, donde se encontraban presentes paramédicos. Las acusaciones de uso de fósforo blanco, que es ilegal en zonas civiles, han provocado la indignación de la comunidad internacional. El uso de esta arma química constituye una violación a los derechos humanos y al derecho internacional.
No es la primera vez que se acusa a Israel de utilizar armas prohibidas en sus ataques contra el Líbano. En 2006, durante la guerra que duró un mes entre Israel y Hezbolá, las Naciones Unidas acusaron a Israel de utilizar bombas de racimo que provocaron la muerte de varios civiles.