Pekín busca un alivio a la creciente presión económica y propone medidas para atender una de las mayores exigencias de Washington

En un intento por reducir las tensiones bilaterales y abrir el camino hacia una nueva ronda de negociaciones comerciales, el gobierno de China está considerando tomar medidas concretas para restringir el papel de empresas chinas en la cadena de suministro global de fentanilo. Esta posible decisión busca atender una de las principales exigencias del gobierno de Estados Unidos, que ha responsabilizado a China por la proliferación de precursores químicos utilizados en la producción de esta potente droga sintética.

Según fuentes cercanas a las discusiones, el ministro de Seguridad Pública de China, Wang Xiaohong una figura clave dentro del Consejo de Estado y cercano al presidente Xi Jinping ha estado recabando información sobre lo que exactamente espera la administración Trump en materia de control de sustancias químicas. Actualmente, estos productos se exportan en grandes volúmenes desde China hacia México, donde son empleados por redes criminales para la elaboración de fentanilo destinado al mercado estadounidense.

Un canal diplomático en formación

Una de las posibilidades que baraja Pekín como parte de su estrategia es enviar al propio Wang Xiaohong a Estados Unidos para reunirse con funcionarios de alto nivel de la administración Trump. Otra opción considerada es organizar un encuentro bilateral en un país neutral. La intención detrás de este movimiento es clara: abrir una vía diplomática para aliviar las tensiones, mientras se ofrece un gesto concreto en un tema particularmente sensible para Washington.

No obstante, desde Pekín también se espera reciprocidad. Las autoridades chinas consideran fundamental que el gobierno estadounidense muestre disposición para relajar su ofensiva comercial, que ha incluido aranceles masivos sobre productos chinos y restricciones tecnológicas que afectan la economía del país asiático.

Una guerra comercial con consecuencias reales

El contexto económico para China no es sencillo. A los efectos acumulados de la guerra comercial con Estados Unidos que ha derivado en un entorno de embargo mutuo, se suman factores internos como la prolongada crisis del sector inmobiliario, una presión deflacionaria persistente y la pérdida de confianza tanto del consumidor como del sector empresarial.

Aunque el liderazgo de Xi Jinping continúa reforzando el control central del Partido Comunista sobre la economía y la sociedad, las dificultades actuales parecen estar motivando a Pekín a buscar alivios a corto plazo, particularmente si pueden lograrse sin ceder en los temas estratégicos más sensibles.

Un giro en el discurso oficial

En lo que muchos analistas interpretan como un cambio de tono significativo, el Ministerio de Comercio chino anunció el viernes que está evaluando iniciar conversaciones con Estados Unidos para detener la guerra comercial. Si bien hasta ahora el discurso oficial exigía como condición previa la eliminación de los aranceles estadounidenses, esta nueva declaración sugiere que China estaría dispuesta a dialogar incluso si no se cumplen de inmediato todas sus demandas.

No obstante, también se dejó claro que se espera un mínimo de “sinceridad” por parte de la administración Trump. En otras palabras, si Pekín da un paso en temas como el control del fentanilo, espera que Washington responda con una actitud menos confrontativa en el terreno comercial.

Fentanilo: un problema compartido

Desde la perspectiva estadounidense, el fentanilo se ha convertido en una crisis nacional de salud pública. Si bien China asegura que ha fortalecido su marco legal contra el tráfico de drogas, la facilidad con la que los precursores químicos escapan del control formal sigue siendo un punto de fricción con Estados Unidos. Las redes de producción y tráfico que enlazan laboratorios clandestinos en Asia y América Latina han sido ampliamente documentadas, y Washington ve en China un eslabón clave que aún no ha sido controlado de manera efectiva.

Este posible cambio de estrategia, al vincular un tema de seguridad con el comercio internacional, sugiere que ambos países podrían encontrar una zona de entendimiento donde las necesidades internas de cada parte actúen como catalizadores del diálogo.