La Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH) solicitó al Mecanismo para la Protección de Personas Defensoras de Derechos Humanos que brinde medidas cautelares de protección a los familiares de Marcelo Pérez Pérez, sacerdote asesinado recientemente en Chiapas.
Además, el organismo integró de oficio un expediente sobre este caso y se comprometió a mantenerse atento al desarrollo de las investigaciones por parte de las autoridades.
“Se hace un respetuoso llamado a las autoridades del estado de Chiapas para que realicen una investigación pronta y rigurosa que esclarezca el homicidio de Marcelo Pérez, en la que se tome en consideración su labor como defensor de derechos humanos”, expresó la CNDH en un comunicado difundido la noche del lunes.
Al respecto, la CNDH resaltó la labor de Marcelo Pérez como activista y defensor de los pueblos indígenas, dado que levantaba la voz demandando seguridad en las comunidades donde se desempeñaba como sacerdote. El religioso tzotzil era reconocido por su trabajo en las localidades de Simojovel, Pantelhó y San Cristóbal de las Casas, en los Altos de Chiapas, así como en la parroquia de Cuxtitali, donde residía actualmente y donde había recibido amenazas por su labor como promotor de la paz en la región.
Incluso, el pasado 13 de septiembre, lideró una marcha por la paz en Tuxtla Gutiérrez, donde feligreses católicos exigieron mayor seguridad en el estado. En diversas ocasiones, también fungió como mediador entre grupos del crimen organizado y las autoridades.
El caso
El pasado domingo, el párroco fue asesinado por dos sujetos en motocicleta mientras salía de oficiar una misa en San Cristóbal de las Casas. Según los reportes, los individuos dispararon contra su vehículo y luego huyeron, dejando al sacerdote con al menos cuatro impactos de bala.
Al día siguiente, el cardenal Felipe Arizmendi Esquivel, obispo emérito de la Diócesis de San Cristóbal de las Casas, ofició la misa de exequias de Marcelo Pérez, enfatizando que el padre Pérez dedicó su vida a “armar a la gente con amor” y no con armas.
“Marcelo quería predicar la palabra de Dios siempre, invitando a respetarnos y a que los poderosos no aprovecharan su cargo para oprimir a los demás y vernos entre nosotros como hermanos; por eso le quitaron la vida, por ser profeta de parte de Dios”, declaró el cardenal Arizmendi.
Finalmente, es importante mencionar que, pese a que Marcelo Pérez había denunciado públicamente que su vida corría peligro, no se le asignó protección alguna.