El mundo del cine y las artes se encuentra de luto tras la pérdida de uno de sus creadores más icónicos. David Lynch, el director estadounidense conocido por su inconfundible estilo surrealista, falleció a los 78 años, dejando tras de sí un legado que transformó el cine y la televisión para siempre.

“Con profundo pesar, nosotros, su familia, anunciamos el fallecimiento del hombre y el artista, David Lynch”, compartió su familia a través de una publicación en Facebook. “Agradeceríamos algo de privacidad en este momento. Hay un gran vacío en el mundo ahora que ya no está con nosotros. Pero, como él diría: ‘Concéntrate en el donut y no en el agujero’. Es un día hermoso con un sol dorado y cielos azules por todos lados”.

Este anuncio se da a conocer luego de que Lynch revelara, el pasado agosto, que padecía enfisema. En noviembre, el cineasta habló sobre las serias dificultades que enfrentaba debido a su condición: “Apenas puedo cruzar una habitación. Es como caminar con una bolsa de plástico en la cabeza”, confesó en una entrevista, dejando entrever lo debilitante de su situación.

De los márgenes del arte al reconocimiento global

Desde sus inicios, Lynch trazó un camino particular que lo llevaría a ser uno de los artistas más influyentes de su época. Nacido en Missoula, Montana, en 1946, su interés por las artes lo condujo a la Academia de Bellas Artes de Pensilvania, donde comenzó a experimentar con el cine. Durante su tiempo como estudiante, creó su primer cortometraje experimental, Six Men Getting Sick. Este trabajo marcó el inicio de una trayectoria artística profundamente singular.

Más tarde, en 1976, presentó su primer largometraje, Eraserhead. En un principio, la película fue recibida con desconcierto y rechazada por numerosos festivales de cine, lo que limitó su alcance inicial. Sin embargo, con el paso del tiempo, logró encontrar un público fiel en el circuito de “películas de medianoche”, transformándose en una obra de culto. Como consecuencia de este éxito, Lynch atrajo la atención de Mel Brooks, quien le ofreció dirigir The Elephant Man. Esta película, un relato conmovedor sobre la vida de Joseph Merrick, obtuvo ocho nominaciones al Oscar, consolidando el estatus de Lynch en Hollywood.

Audacia en cada paso: éxitos y fracasos

Tras el reconocimiento obtenido por The Elephant Man, Lynch asumió el reto de dirigir Dune, una ambiciosa adaptación de la novela de ciencia ficción de Frank Herbert. Sin embargo, el proyecto sufrió numerosos cambios en posproducción que resultaron en un fracaso tanto comercial como crítico. A pesar de este tropiezo, Lynch no tardó en resurgir. En 1986 presentó Blue Velvet, un oscuro thriller noir que no solo fue aclamado por la crítica, sino que también le valió su segunda nominación al Oscar como mejor director.

Posteriormente, Lynch dio un giro inesperado hacia la televisión con Twin Peaks. La serie, que debutó en 1990, combinó elementos de misterio policial, comedia y surrealismo. Pese a que en un inicio muchos predijeron su fracaso, la serie desafió todas las expectativas y se convirtió en un referente del llamado “television de alta calidad”. Según los críticos, Twin Peaks representó “la obra más original y conmovedora jamás realizada para la televisión estadounidense”. Su impacto fue tan duradero que años después derivó en una película precuela, Fire Walk With Me (1992), y una tercera temporada en 2017.

Una visión que trascendió las pantallas

A lo largo de su vida, David Lynch exploró su creatividad en múltiples disciplinas. Además de dirigir películas, fue un pintor prolífico, lanzó álbumes musicales y colaboró con artistas como Julee Cruise, Lykke Li y Karen O. También dejó su huella en el ámbito digital con un popular informe meteorológico en YouTube que produjo durante varios años. En el ámbito social, fundó la David Lynch Foundation en 2005, una organización dedicada a la educación basada en la meditación y la promoción de la paz mundial.

En una entrevista con The Guardian en 2018, Lynch explicó su estilo de vida reservado: “No me gusta salir. Me gusta hacer películas. Me gusta trabajar”. Esta filosofía lo llevó a concentrarse en proyectos como el minimalista The Straight Story (1999), la oscura y enigmática Mulholland Drive (2001), y el thriller surrealista Inland Empire (2006). De acuerdo con una votación realizada por la BBC en 2016, Mulholland Drive fue considerada como la mejor película del siglo XXI.

Un legado perdurable

Aunque en sus últimos años se alejó de los largometrajes, Lynch continuó involucrado en proyectos artísticos y cinematográficos. En 2022, dejó una impresión memorable como actor al interpretar al legendario director John Ford en The Fabelmans, la película semiautobiográfica de Steven Spielberg. Paralelamente, se rumoreaba que estaba desarrollando una nueva serie para Netflix, aunque nunca llegó a materializarse.

Respecto a su vida personal, Lynch estuvo casado cuatro veces y mantuvo una relación sentimental significativa con Isabella Rossellini, protagonista de Blue Velvet.

Por último, cabe recordar su frase recurrente, “Concéntrate en el donut y no en el agujero”, que refleja su capacidad de encontrar belleza en lo cotidiano y lo extraño por igual.