Después de un legado amplio y sofisticado, los embates del capitalismo en forma de menores divisas, dificultades para aumentar el precio de las acciones y masivos despidos se introducen en la empresa Intel.
Por décadas, la empresa tuvo un amplio dominio del mercado tecnológico, al menos en cuestión de los procesadores de cómputo personal. En su momento, los computadores con software de Windows estaban equipados casi seguramente con algún componente especializado de Intel, como procesadores centrales o unidades gráficas. Tal era la sintonía entre Microsoft e Intel que las empresas más dominantes en ese entonces, por el lado del hardware y por el lado del software respectivamente, se denominaban conjuntamente “Wintel”.
Esto ocurría en las décadas de los 1990 y 2000, pero algo significativo cambió. El panorama tecnológico estaba a punto de experimentar una transformación radical que pondría a prueba el dominio de Intel en la industria.
El ascenso de Apple y la oportunidad perdida de Intel
En los albores del nuevo milenio, el panorama tecnológico estaba a punto de sufrir una revolución sin precedentes. Apple, una empresa que había resurgido de las cenizas gracias al regreso de Steve Jobs en 1997, estaba a punto de cambiar el juego para siempre.
2007: El nacimiento del iPhone Con el lanzamiento del iPhone en 2007, Apple no solo presentó un nuevo producto; inauguró una nueva era. Este dispositivo, que combinaba un teléfono, un iPod y un navegador de Internet, redefinió lo que significaba ser “móvil”.
2008: La decisión que lo cambió todo Un año después del lanzamiento del iPhone, Steve Jobs, visionario y perfeccionista, buscaba mejorar su creación. Es aquí donde entra en escena Intel, el gigante de los chips para PC.
Jobs se acercó a Intel con una propuesta tentadora: ser el proveedor de chips para el iPhone. Para Intel, esto representaba la llave de oro para entrar al floreciente mercado de los smartphones. Sin embargo, por razones que aún hoy son objeto de debate, el acuerdo no se concretó.
La decisión de Apple Apple, en su búsqueda de la excelencia, optó por otro camino. Decidió diseñar sus propios chips, basados en la arquitectura ARM, que ofrecían un mejor equilibrio entre rendimiento y consumo de energía para dispositivos móviles.
El impacto en Intel Esta decisión tuvo consecuencias enormes para Intel. La empresa, que había dominado el mercado de PC durante décadas, se encontró de repente en la periferia de la revolución móvil. Sin el “trampolín” que habría supuesto ser el proveedor de Apple, Intel luchó por encontrar su lugar en este nuevo ecosistema.
El panorama cambiante Mientras tanto, otros actores aprovecharon la oportunidad. Samsung, por ejemplo, no solo se convirtió en un proveedor clave para Apple, sino que también desarrolló sus propios chips para sus dispositivos móviles. Qualcomm emergió como un líder en chips para smartphones, y empresas como MediaTek ofrecieron alternativas competitivas.
El legado de esta decisión Hoy, años después de aquella decisión crucial, el panorama tecnológico es irreconocible comparado con el de principios de los 2000. Apple se ha convertido en una de las empresas más valiosas del mundo, en gran parte gracias al éxito del iPhone y su ecosistema. Intel, aunque sigue siendo un jugador importante en el mercado de PC, lucha por encontrar su lugar en el mundo post-PC.
Mi experiencia
Como reacción a quedarse fuera de la primera ola de adopción móvil, Intel decidió crear hardware de vidrio que naturalmente requeriría su nueva línea de chips móviles, los cuales en ese momento tenían pocos o ningún cliente corporativo viable. La mayoría de las personas había optado por la arquitectura Snapdragon o ARM.
En 2013, contrataron lingüistas, científicos de datos e investigadores de lingüística con doctorado que tenían experiencia en definir el lenguaje computacionalmente. Yo fui una de esas personas afortunadas que obtuvo una oportunidad en la industria, pero era evidente que el estilo de gestión y la falta de ciclos de retroalimentación crítica socavaban cualquier beneficio que la empresa obtuviera de sus aún rentables ventas de chips para servidores.
Al principio, fuimos contratados por una red de gerentes que ya se conocían entre sí, lo que significaba que las ideas nuevas eran simplemente los experimentos de un grupo de académicos jugando a ser empresarios. En menos de dos años y medio, los equipos fueron despedidos debido a la mala gestión y el exceso en costos. El objetivo de crear una especie de lentes inteligentes se logró parcialmente, y ese conocimiento terminó, en parte, en manos de Facebook, con Intel generando todos los primeros experimentos. Incluso, algunos miembros de esos equipos originales de Intel huyeron hacia Meta.
Como bien dice el viejo refrán: nadie sabe para quién trabaja. Es muy posible que con una fabricación barata en China, Luxottica y Meta lleven a cabo el sueño de tener un dispositivo intrusivo en manos de medio mundo, grabando a las personas sin su consentimiento tanto por audio como por video.