La figura de Stephen Miller ha sido, sin duda, una de las más influyentes y controvertidas en la política de inmigración de la administración Trump, se convirtió en una figura clave durante la campaña presidencial de Trump en 2016. Como asesor principal y arquitecto de algunas de las políticas más drásticas y divisivas del gobierno, Miller desempeñó un papel central en la implementación de medidas que incluyeron la prohibición de viajes a ciudadanos de países musulmanes, la política de “tolerancia cero” lo cual llevó a la separación de familias en la frontera y la reducción drástica de refugiados aceptados en Estados Unidos.
Sin embargo, más allá de sus políticas, lo que es particularmente perturbador es el legado de miedo y deshumanización que Miller ha fomentado a través de su retórica. En este contexto, las críticas de su tío, el Dr. David Glosser, resuenan con gran claridad y urgencia. Glosser, un hombre de origen judío cuyo propio linaje familiar fue profundamente afectado por la xenofobia de principios del siglo XX, ha sido una voz importante al denunciar la peligrosa retórica de su sobrino. En su libro Hatemonger, Glosser señala cómo las políticas de Miller reviven temores raciales que evocan las prácticas de rechazo y discriminación de otras épocas, como las que llevaron a la tragedia del Holocausto.
Es alarmante que, en lugar de promover los ideales fundacionales de Estados Unidos de bienvenida y refugio para los perseguidos, la administración Trump, bajo la influencia de Miller, haya recurrido a tácticas de miedo para fomentar el rechazo de los “otros”. Glosser compara este enfoque con las campañas de deshumanización históricas, que han servido para justificar la violencia y la exclusión de grupos enteros de personas.
En este sentido, las políticas de inmigración de la administración Trump no solo representan una amenaza para los derechos humanos, sino también para la cohesión social y el legado moral de la nación. La lección que debemos extraer de esta crítica es que no podemos permitir que la política de inmigración se convierta en una herramienta para avivar el odio y la división, sino que debemos regresar a los valores que han definido a Estados Unidos como una tierra de oportunidades para todos, sin importar su origen.