Donald Trump, presidente electo de Estados Unidos, intensificó su discurso antiinmigrante, acusando a México y Canadá de permitir el ingreso ilegal de miles de personas. Según sus declaraciones, esta situación estaría vinculada al aumento de la delincuencia y a la crisis de fentanilo que afecta al país. No obstante, un análisis de los datos disponibles desmiente gran parte de estas afirmaciones y pone en tela de juicio la precisión de su narrativa.

Cruces fronterizos a la baja

De acuerdo con cifras oficiales de la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza (CBP), el número de arrestos en la frontera sur ha caído significativamente bajo la administración de Joe Biden. En octubre de este año, la Patrulla Fronteriza reportó 56,530 arrestos, marcando uno de los niveles más bajos de los últimos cuatro años. Esto contrasta notablemente con diciembre de 2023, cuando las detenciones alcanzaron un máximo histórico de 250,000 personas.

Por otro lado, expertos atribuyen esta reducción tanto a medidas más estrictas en México como a las restricciones en las solicitudes de asilo que Estados Unidos implementó recientemente. Sin embargo, sectores republicanos expresan su desacuerdo, señalando que herramientas como la aplicación CBP One, que permite a ciertos migrantes programar su ingreso legal, alteran las estadísticas al reducir artificialmente el número de cruces no autorizados.

Fentanilo: una crisis con múltiples factores

En cuanto al tráfico de drogas, Trump señala a México como el principal responsable del ingreso de fentanilo a Estados Unidos. Aunque es cierto que una parte considerable de esta sustancia proviene de México, los datos evidencian una realidad más compleja. Por ejemplo, durante el año fiscal 2023, las autoridades incautaron 27,000 libras de fentanilo, cifra significativamente superior a las 2,545 libras confiscadas en 2019 durante el mandato de Trump.

A su vez, la Comisión de Sentencias de Estados Unidos informó que el 86.4% de las personas condenadas por tráfico de fentanilo en 2023 eran ciudadanos estadounidenses. Lo cual, sugiere que el problema no está exclusivamente vinculado a la inmigración irregular, como lo plantea Trump.

Inmigración y crimen: ¿es válida la relación?

Respecto a la supuesta conexión entre inmigración y delincuencia, los estudios realizados contradicen esta premisa. Una investigación de la Academia Nacional de Ciencias, basada en datos del estado de Texas, señala que las personas sin autorización en el país tienen tasas de criminalidad significativamente más bajas que los ciudadanos estadounidenses.

En otras palabras, las cifras demuestran que los inmigrantes indocumentados son menos propensos a cometer delitos graves en comparación con los ciudadanos nacidos en el país. Además, en ciudades como Nueva York, que reciben una alta afluencia de migrantes, los índices de criminalidad violenta disminuyeron, lo que refuerza la ausencia de una correlación directa entre inmigración y delincuencia.

Más allá de las palabras

Es importante señalar que pese a que Trump utiliza casos específicos y trágicos para justificar su postura, como el asesinato de Laken Riley en Georgia, los expertos enfatizan que estos incidentes no reflejan la realidad estadística general. Con una población inmigrante que supera los 46 millones en Estados Unidos, los crímenes cometidos por migrantes representan una excepción y no la norma.

Finalmente, los datos confirman que los desafíos que enfrenta Estados Unidos en materia de inmigración y tráfico de drogas requieren enfoques integrales y basados en evidencia, en lugar de narrativas simplistas y confrontativas.