Carilina Rosales Zeiger | LatFem
Martes 1 de Diciembre de 2020
Parir en casa es la opción elegida cada vez por más personas gestantes como un modo de garantizar un parto respetado, algo muy difícil de conseguir en los hospitales: México es el quinto país con más cesáreas del mundo, con un número que triplica la tasa recomendada por la OMS. En México existen unas 15 mil parteras registradas. El 70% son indígenas. ¿Como es parir en casa cuando todxs están en casa? Lo cuenta Carolina Rosales Zeiger desde México.
Cuando se desató la pandemia del Covid, Griselda Orozco terminó de decidirse: no iba a parir en un hospital. La idea ya sobrevolaba a ella y a su familia un poco antes: querían un trato humano y cálido, sin presión y que no la llevaran a una cesárea forzosa. El 2 de mayo tuvo a Regina. No fue en su casa personal, sino en Luna Maya, una casa de partería autónoma en la Ciudad de México.
“Fue un proceso difícil, doloroso, pero bonito”, cuenta por teléfono a LatFem con la voz suave, mientras se oye el susurro de su bebé detrás. “El hecho de tener a mi bebé conmigo desde que nació fue algo increíble”, enfatiza. En su parto anterior, había estado horas sin poder tener contacto con su hijo. “No volvería a parir en un hospital”, afirma.
En México existe una fuerte tradición de partería y también de las llamadas casas de parto. Las casas de parto son espacios dirigidos por parteras donde las mujeres, varones trans y personas gestantes con embarazos de bajo riesgo van a parir de manera integralmente cuidada, respetuosa y donde su familia también tiene protagonismo. Los allí realizados son llamados partos humanizados/respetados y buscan recuperar la figura de la partera y el vínculo íntimo entre ésta y quien va a parir. En México existen unas 15 mil parteras registradas. El 70% son indígenas. No lo hacen sólo porque no quieren ser asimiladas por la medicina colonial. Lo hacen como elección y defensa de la existencia de otros modos de ejercer la medicina, como manifestación de que no es necesario tratar como enfermedad a un proceso natural —en tanto así se presente— y para recuperar la confianza de las personas que gestan en traer al mundo a sus hijxs de manera —en tanto así lo quieran— natural. Y lo hacen, sobre todo, porque luchan contra la violencia de los hospitales: episiotomías inconsultas, forceps, roturas de costillas, sobremedicalización y sordera absoluta frente a lo que quienes van a parir dicen y desean.
“Del 90 al 2015 la atención de partería pasó del 30% al 4,5% de los nacimientos en México”, cuenta a LatFem Hannah Borboleta, directora clínica y partera de Luna Maya. Y amplía: “Pero también hay un problema de sub-registro: Chiapas, Guerrero y Oaxaca realizan muchos partos con parteras que son reportados como “institucionales”, porque el Estado busca que la estadística oficial muestre, ante una mirada internacional, que se tiene una atención de parto alta, frente a las recomendaciones, por ejemplo, de la OMS”.
Griselda ya conocía la labor de las parteras, pero decidió parir en la casa de Luna Maya, entre otras cosas, por su experiencia anterior. “El primer bebe que tuve fue un proceso muy doloroso en la parte emocional: en cuanto nació se lo llevaron, estuve separada de él una semana entera, tuve que trabajar mucho para superar ese dolor.”
Según el Instituto Nacional de Salud Pública, entre 2011 y 2016, el 33.4% de las personas de 15 a 49 años que tuvo un parto, sufrió algún tipo de maltrato físico, psicológico o verbal por parte del personal que las atendió.
“La medicina y el parto hoy se enseñan como una receta de cocina”, denuncia Hannah. “La mujer llega y le ponen suero, luego le hacen la kristeller, que es la maniobra de empujarla, la episiotomía, que es el corte en el periné para agrandar un tejido que se agranda solo… toda una serie de intervenciones que se hacen de manera automática donde se pierde la individualidad”.
“Yo estoy aquí porque busco un parto humanizado”, “Yo no quiero una cesárea”. “Tuve una mala experiencia”. Quienes buscan a las parteras, cuenta Hannah, casi nunca dicen que están ahí porque buscan partera. Casi siempre están ahí porque saben lo que no quieren.
Para Amparo Calderón Soto, partera tradicional, su práctica está “mal vista” y es por eso que se perdió la tradición milenaria de las parteras. “El sistema de salud no nos ve parte de él. Y lo nuestro es ciencia: todas las herramientas que utilizamos tienen ciencia, aunque no lo tengamos escrito. Nuestro conocimiento es empírico, oral y generacional”.
En México hay 11 programas de formación en partería. Todos enfatizan en una división clara: si tenés un embarazo sin riesgo, vas con una partera, y si tenés un embarazo riesgoso vas con una obstetra. Además, la Norma Oficial 007 de atención de parto, embarazo y puerperio da un marco legal a la figura de la partera. Sin embargo, la estigmatización de la práctica sigue intacta.
Pero, ¿desde cuándo sucede esto? Hannah es precisa: “Cuando surge la obstetricia, son puros hombres que se adueñan, queriendo o no, de un campo que antes era de mujeres. Ningún hombre había entrado a ver un parto. Entonces llega la obstetricia a trabajar con los partos obstruídos y meten, poco a poco, a todos los partos al hospital”.
Modo pandemia: parir en casa cuando todxs están en casa
—El hospital que teníamos contemplado dejó de ser una opción con la llegada de la pandemia.
Griselda ya tenía la opción de la partería antes de la pandemia, porque en su familia se había vivido. Pero no estaban convencidxs: “Había muchas dudas porque el comienzo de mi embarazo fue complicado. La estabilidad de mi embrazado y el comienzo de la pandemia coincidieron y ambos hechos nos hicieron decidir tener a Regina en Luna Maya”.
Pero la pandemia también cambió la dinámica de los partos en las casas. “Parir en casa cuando todos estamos en casa es un tema, no es fácil”, afirma Hannah. “A veces nos toca ir a casas donde está la pareja, la mamá, el papá, la hermana, la sobrina de la mujer, y lo hace más difícil porque a las familias, aunque estén de acuerdo con el parto en casa, les preocupan muchas cosas, desde que `ya fue mucho tiempo` o que si `está sufriendo el bebé` y cosas por el estilo”.
Pero la opción de hacer traslados a hospitales también forma parte del radar de posibilidades de las parteras. Explica Hannah: “Las parteras de parto en casa vamos a un hospital, aquí y en China, o bien si el parto se estanca (partos muy largos que no avanzan) o bien si hay una emergencia que no se puede resolver en casa. Ahí, el riesgo de quedarnos es mucho mayor que el riesgo de contagiarse, por ejemplo, de Coronavirus. El beneficio del hospital, en ese caso, sobrepasa su riesgo”.
Luna Maya surgió hace unos años cuando parteras fuera de hospital empezaron a reunirse para revisiones de casos. Intercambiaban sobre mejores prácticas, compartían historias, hablaban de lo que había salido mal, de lo que habían usado. Las parteras autónomas en general se forman o con otras parteras o en escuelas de partería u obstetricia. Fue así, en el afán de tener un aprendizaje contínuo y colectivo, que nació la red.
Cesáreas programadas y pandemia como coartada
Yedith (prefiere no dar su apellido) estaba preparada para tener a su bebé por parto natural. Pero, llegado el momento, su obstetra le dijo que sería mejor una cesárea.
—Imagínate, pandemia, verano, el personal de salud sobrepasado… mejor una cesárea y ya, nos quedamos tranquilitas.
A fuerza de miedo, la convenció: si no lo hacía, le dijo, tendría que firmar un documento afrontando el 100% de la responsabilidad y renunciando a cualquier demanda posible si algo malo sucediera. Era su segundo hijo y los médicos argumentaron que luego de un primer nacimiento vía cesárea era necesario y más seguro repetir el procedimiento en un segundo. Pero la OMS dice lo contrario: después de una cesárea, se recomienda un parto fisiológico.
México es el quinto país con más cesáreas del mundo, con un número que triplica la tasa del 15 % recomendada por la Organización Mundial de la Salud.
Según la Encuesta Nacional sobre la Dinámica de las Relaciones en los Hogares (ENDIREH) 2017 del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), en México hay una “epidemia de cesáreas”. Un 46.1 % de los nacimientos se realizan a través de esta práctica. Pero, en 2020, por primera vez el número de nacimientos por cesárea superó al de partos naturales y llegó a ser más de 50%, de acuerdo con datos preliminares de la Secretaría de Salud
De las 3.7 millones de personas que tuvieron cesáreas, el 10.6% no fue informada de la razón de la cesárea y al 9.7% no le pidieron su autorización para realizarla.
El gobierno de México publicó en abril un “Lineamiento para la prevención y mitigación de COVID-19 en la atención del embarazo, parto, puerperio y de la persona recién nacida”, actualizado en julio, que en ninguna de sus 47 páginas recomienda la cesárea. Por el contrario, recuerda que la OMS ha declarado que debe estar bien justificada la intervención médica y no es necesaria hasta en el 85% de los embarazos. También advierte que en las circunstancias extraordinarias actuales se enfrenta el riesgo de perder el enfoque de respeto a los derechos humanos y reproductivos.
Las parteras en México llevan al menos dos décadas activas luchando porque se les reconozca como personal calificado y no sólo como una tradición indígena para zonas rurales. Denuncian que ya desde el año 2000 el sistema de salud mexicano ha intentado que todos los partos sean medicados y en hospitales. Según ellas, acá, parir se convirtió en un acto de resistencia. |
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Rosales Zeiger, C. (2020). Parteras autónomas en México: parir en casa cuando todxs están en casa. LatFem. Recuperado el 1 de Diciembre de 2020 de: https://latfem.org/parteras-autonomas-en-mexico-parir-en-casa-cuando-todxs-estan-en-casa/