El impacto ambiental de la inteligencia artificial se está convirtiendo en un tema controversial. Modelos como ChatGPT ya fueron señalados por su alto consumo energético y, ahora, por su uso de agua. Pero si bien estos sistemas requieren recursos hídricos (especialmente en el enfriamiento de servidores), su consumo aún no puede compararse con productos y hábitos de consumo cotidiano cuya huella hídrica es mucho más profunda y, paradójicamente, mucho menos discutida.

🤖 ¿Cuánta agua usa la inteligencia artificial?

Un estudio publicado por Nature Sustainability (2023) indica que una conversación corta con un modelo de lenguaje como ChatGPT puede usar entre 500 mililitros y 1 litro de agua, dependiendo del lugar donde se aloje el servidor y el método de enfriamiento utilizado. Esta agua no es visible para el usuario: se consume en forma de vapor para mantener frescos los centros de datos, así como indirectamente en la generación de energía eléctrica.

👖 Jeans: una prenda que bebe litros

Según datos del informe “A Blueprint for Circular Textiles” publicado por la Comisión Europea en 2022, fabricar un solo par de jeans puede requerir entre 7,000 y 10,000 litros de agua. Esta cifra incluye el riego de algodón, el teñido de la tela y los procesos industriales. A la par, la UE ha anunciado regulaciones para la industria textil en el marco de su Estrategia de Productos Sostenibles.

“El 79% del impacto ambiental de los jeans está ligado al consumo de agua durante su producción”, destaca el informe (European Commission, 2022).

🥩 Carne de res: el verdadero gigante

La FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación) estima que la producción de 1 kilogramo de carne de res puede consumir hasta 15,400 litros de agua. Esta cifra incluye el agua usada para producir el alimento del ganado, su hidratación diaria, y el procesamiento de la carne.

“Reducir el consumo de carne roja es una de las decisiones individuales más efectivas para disminuir la huella hídrica global”, señala un informe técnico de la FAO de 2023.

☕ Café: una taza que cuesta más de lo que piensas

Disfrutar de una taza de café implica un gasto de 140 litros de agua, según datos del Water Footprint Network (2022). El cultivo de café, especialmente en zonas tropicales, requiere riego constante, y el procesamiento posterior también es intensivo en agua.

El café es responsable de una huella hídrica de 18,900 litros por kilogramo de producto seco, lo que lo convierte en uno de los cultivos más sedientos.

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🥤 Una Coca-Cola de 600 ml = 35 litros de agua

Según un análisis de la organización mexicana Ladobe (2021), producir una botella de 600 ml de refresco requiere hasta 35.4 litros de agua. Esto incluye el cultivo de la caña de azúcar o remolacha (para el jarabe), el embotellado, y la fabricación del envase plástico.

“En un país con escasez de agua, resulta paradójico que sobre para la industria de bebidas azucaradas”, advierte el artículo (Ladobe, 2021).

👕 Una camiseta: 2,700 litros por prenda

Una camiseta de algodón puede requerir aproximadamente 2,700 litros de agua para su fabricación, según el Water Footprint Assessment Manual (2011), citado también por la UNESCO en informes recientes. Esto equivale al consumo de agua potable de una persona durante 2.5 años.

El algodón, aunque natural, es uno de los cultivos con mayor demanda hídrica: necesita más de 10,000 litros de agua por kilo de fibra.

📄 Papel: ¿vale el litro?

Producir 1 kilogramo de papel blanco requiere entre 2,000 y 3,000 litros de agua, según la Agencia de Protección Ambiental de EE. UU. (EPA). Aunque el reciclaje reduce este consumo drásticamente, el papel sigue siendo una de las industrias más contaminantes en términos hídricos.

¿Estamos mirando al objetivo correcto?

Por último, es importante mencionar que, es cierto que el uso de inteligencia artificial no está exento de impactos ambientales, pero poner el foco únicamente en la tecnología puede desviar la atención de los grandes consumidores silenciosos de agua: la moda rápida, la dieta cárnica, los refrescos y otros bienes de consumo masivo.¿Será que cambiar nuestros hábitos de consumo cotidiano pueda tener un efecto mayor en la conservación del agua que simplemente reducir el uso de IA?