La idea de que ser dueño de una casa siempre es mejor que alquilar ha moldeado profundamente el sueño americano. Si bien es cierto que tener una vivienda propia puede brindar grandes beneficios económicos en ciertas situaciones, decidir entre comprar y alquilar no es algo que deba hacerse a la ligera. Muchas personas no comprenden en profundidad los números y la matemática que hay detrás de la compra de una casa. Además, las presiones emocionales y sociales pueden nublar nuestro juicio, haciendo que una decisión que parece simple se vuelva mucho más complicada. A la hora de querer comprar una vivienda, se debe examinar los costes ocultos de la propiedad, la flexibilidad que ofrece el alquiler y los costes de oportunidad asociados a cada opción.

Costes ocultos de la propiedad

1. Impuestos y seguros: Ser propietario de una vivienda implica algo más que pagar la hipoteca. Los impuestos sobre la propiedad pueden variar mucho en función de la ubicación, lo que supone un gasto anual importante. El seguro del propietario es otro coste obligatorio que los inquilinos a menudo pueden evitar o pagar menos a través del seguro del alquiler.

2. Intereses: En muchos casos, los intereses de los créditos hipotecarios son bastante altos y pueden variar dependiendo del plazo del crédito, que van desde los 10 años en adelante.

3. Mantenimiento y reparaciones: El mantenimiento regular y las reparaciones inesperadas son a menudo costes subestimados de la propiedad de una vivienda. La sustitución del tejado, ventanas, espacios, los problemas de fontanería y el mal funcionamiento de los electrodomésticos pueden acumularse rápidamente, haciendo que la propiedad de una vivienda sea más cara de lo que se percibe inicialmente. El alquiler, por el contrario, suele trasladar estas cargas al propietario.

4. Cuotas de la Asociación de Propietarios (HOA): Para quienes tienen vivienda con HOA, las cuotas mensuales o anuales son otro factor a tener en cuenta. Pueden oscilar entre unos cientos y varios miles de dólares anuales, lo que aumenta aún más el coste de la propiedad.

La flexibilidad siendo inquilino

1. Oportunidades laborales: El alquiler proporciona una flexibilidad inigualable en lo que a movilidad se refiere. Si surge una oportunidad de trabajo lucrativa en otra ciudad o estado, los inquilinos pueden trasladarse con relativa facilidad, limitados únicamente por la duración de su contrato de arrendamiento actual. Los propietarios pueden enfrentarse a la desalentadora tarea de vender su casa, lo que puede llevar mucho tiempo y suponer una carga financiera, especialmente en un mercado inmobiliario en recesión.

2. Cambios en el estilo de vida: La vida es impredecible. Un inquilino puede adaptarse más fácilmente a los cambios, como una familia en crecimiento, dificultades financieras, o un deseo de un barrio diferente o el clima. Los propietarios pueden verse atados a una propiedad incluso cuando sus circunstancias vitales cambian de forma significativa.

Haz pensado en los costes de oportunidad?

Muchas personas tienen una idea equivocada sobre lo que significa tener “capital” al comprar una casa. Creen que adquirir una vivienda equivale a ganar dinero inmediatamente, pero en realidad, ese proceso toma mucho tiempo y simplemente poseer una casa no es sinónimo de riqueza. Existen costos de oportunidad que pueden ofrecer una rentabilidad superior a la compra de una propiedad.

1. Oportunidades de inversión: El dinero que se ahorra alquilando en lugar de siendo propietario puede invertirse en diversas vías que pueden ofrecer mejores rendimientos. Las acciones, los bonos, los fondos de inversión e incluso la creación de una empresa pueden ofrecer a veces mayores rendimientos anuales que la revalorización de la vivienda. Esto se conoce como “costo de oportunidad” de ser propietario de una vivienda.

2. Liquidez: Los bienes inmuebles son un activo relativamente ilíquido; vender una casa puede llevar meses. Las inversiones en acciones o bonos suelen ser mucho más líquidas, lo que le permite acceder a sus fondos con mayor facilidad en caso de emergencias u oportunidades de inversión repentinas.

Aunque comprar una vivienda puede contribuir a la seguridad y estabilidad financieras a largo plazo para muchos, no es una solución universal adecuada para todos. Los costes y beneficios deben sopesarse cuidadosamente en función de la situación financiera personal, las preferencias de estilo de vida y los planes de futuro. Las presiones emocionales y sociales no deben tapar la evaluación racional de los costes ocultos, las necesidades de flexibilidad y los costes de oportunidad. Si se tienen en cuenta todos los aspectos, las personas pueden tomar una decisión más informada y equilibrada que se ajuste a sus circunstancias y objetivos particulares.

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