La Fiscalía del Estado de Jalisco abrió una investigación debido a la proyección de imágenes de Nemesio Oseguera Cervantes, alias El Mencho”, líder del Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG), durante un concierto celebrado el sábado en el Auditorio Telmex, en Guadalajara.

De manera oficial, la Vicefiscalía en Investigación Especializada en Concertación Social inició la carpeta de investigación 21010/2025, por una posible apología del delito, una figura contemplada por el Código Penal de Jalisco.

“El concierto se celebró en un recinto administrado por una empresa que forma parte de una institución pública, cuya postura fue dada a conocer en un comunicado la víspera y será considerada dentro de la indagatoria”, detalló la Fiscalía en su comunicado.

Además, la dependencia anunció que tomará declaraciones a los integrantes de la agrupación musical responsable del espectáculo.

“Se tomará el testimonio de quienes integran la agrupación musical”, añadió la institución.

La investigación se basa en el artículo 142 del Código Penal estatal, que establece sanciones de uno a seis meses de prisión para quien incite públicamente a cometer un delito o haga apología del delito o de algún vicio, incluso si el delito no se consuma. Si se ejecuta, el provocador puede ser procesado como partícipe directo.

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“Se impondrán de uno a seis meses de prisión al que provoque públicamente a cometer algún delito o haga apología de este o de algún vicio, si el delito no se ejecutare; si se ejecuta, se aplicará al provocador la sanción que le corresponda por su participación en el delito cometido”.

En medio del escándalo, la Fiscalía exhortó a la sociedad jalisciense a no trivializar los símbolos de violencia y reafirmó su compromiso con la legalidad.

“Exhortamos a la sociedad jalisciense a no normalizar la violencia”, subrayó la institución.
“Ratificamos nuestro compromiso con la legalidad, trabajando día a día por un Estado más justo y seguro”.

El trasfondo: cultura narco y libertad artística

Este caso no es aislado. Llega en un momento de creciente discusión sobre los narcocorridos y otras expresiones musicales que glorifican a líderes del crimen organizado, sus acciones, estilos de vida y estructuras.

Para algunos sectores, estos géneros normalizan la violencia, refuerzan estereotipos del poder narco y afectan a jóvenes en contextos vulnerables. Desde esta óptica, la música podría convertirse en una forma de reclutamiento simbólico o incluso real.

Sin embargo, también hay voces que consideran que la música no es la causa, sino el reflejo de una realidad que ya existe, y que prohibirla podría atentar contra la libertad de expresión y de creación artística.

Diversos estados mexicanos han intentado regular o vetar conciertos de bandas que interpretan narcocorridos, pero los resultados han sido mixtos: por un lado, existe presión social para frenar estos contenidos; por otro, la censura podría desplazar el fenómeno a la clandestinidad, sin resolver los problemas de fondo.

El caso del Auditorio Telmex representa una nueva línea divisoria entre lo legal, lo artístico y lo ético. Lo que está en juego no solo es la posible comisión de un delito, sino también el papel que juega la cultura en el contexto de la violencia estructural.