Los incendios forestales en Los Ángeles y sus alrededores siguen siendo una tragedia sin control, con cada vez más personas afectadas. Ya han destruido más de 2.000 hogares y provocado la muerte de al menos cinco personas, pero las cifras siguen subiendo. Este desastre se está convirtiendo en la peor crisis ambiental de la ciudad en décadas.

Desde el martes, los vientos de Santa Ana han alcanzado hasta 160 km/h, lo que ha intensificado aún más los incendios, que ya están arrasando con comunidades enteras en la costa y en las zonas interiores. Áreas como Pacific Palisades, Altadena y Hollywood Hills han sido algunas de las más golpeadas. Mientras tanto, los bomberos luchan incansablemente, pero el fuego sigue avanzando.

Una emergencia que se agrava rápidamente

El incendio más grande de todos, en Palisades, ha destruido cerca de 7.000 hectáreas y no muestra señales de detenerse. Las comunidades cercanas, como Malibú y Santa Mónica, están en grave peligro. Más de 130.000 personas ya han tenido que evacuar, pero muchos aún siguen buscando refugio. Otros incendios también están activos en zonas como Eaton, Hurst, Lidia y Sunset en Hollywood Hills.

“Más de 7.500 bomberos están trabajando día y noche para controlar la situación”, comentó un portavoz de Cal Fire. A pesar de sus esfuerzos, el incendio sigue siendo descontrolado debido a lo difícil del terreno y los vientos.

Por si fuera poco, un apagón masivo ha dejado sin electricidad a casi 95.000 personas en Los Ángeles, lo que está complicando aún más la evacuación y poniendo en peligro a quienes no han logrado escapar. La falta de luz y agua está empeorando las condiciones de vida de los afectados, que luchan por conseguir lo más básico para sobrevivir.

A pesar de que los hidrantes ya tienen agua, en las primeras horas del desastre muchos estaban vacíos, lo que hizo aún más difícil controlar el fuego. La situación sigue siendo crítica y no se ve un final cercano.