El actual conflicto entre Israel y Hamás en Gaza ha alcanzado un punto crítico, con miles de palestinos huyendo de sus hogares en medio de una crisis humanitaria que se agrava. La situación es tan grave que Naciones Unidas calcula que más de 600.000 personas se han visto obligadas a desplazarse, la mitad de ellas buscando refugio en instalaciones de emergencia de la ONU.
El balance de la violencia es asombroso: según la ONU, más de 2.670 palestinos han muerto en sólo nueve días, la cifra más alta de la historia del enclave. La Defensa Civil Palestina teme que haya aún más víctimas enterradas bajo los escombros. Pero no es sólo la pérdida de vidas lo que preocupa. Los palestinos se enfrentan a una grave escasez de alimentos, agua y medicinas, así como a un acceso limitado a las instalaciones de saneamiento.
La situación es especialmente grave para grupos vulnerables como niños, ancianos, discapacitados, enfermos y mujeres embarazadas. Sin ayuda y asistencia inmediatas, la vida de cientos de pacientes corre peligro. A la ya grave situación se suma la grave escasez de combustible, del que sólo quedan 24 horas para alimentar los generadores que mantienen en funcionamiento las instalaciones sanitarias.
Mientras el conflicto sigue agravándose, el vecino Egipto se enfrenta a una situación difícil. El país ha expresado su preocupación por la posible afluencia de refugiados y la posibilidad de que militantes de Hamás entren en su territorio. Mientras tanto, Estados Unidos ha prometido su apoyo a Israel y envía a la región al Secretario de Estado, Antony Blinken, para intentar contener el conflicto.
Ante esta crisis, es crucial que la comunidad internacional preste ayuda y apoyo inmediatos para aliviar el sufrimiento de miles de víctimas. La situación en Gaza es un desastre humanitario, y debe buscarse una solución a largo plazo al conflicto palestino-israelí para evitar que se produzcan más tragedias como ésta.
Con información de EFE