En el marco del Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia, la Dra. María del Carmen García Aguilar, de la BUAP, habló sobre la importancia de eliminar estereotipos de género para el fortalecimiento de la mujer en la ciencia
Lado B (@ladobemx)
25 de febrero de 2021
Allison Madrid | @allison_madrid
“Siento que mi destino es servir a la verdad, es decir, a la ciencia y abrir el camino a las mujeres, porque es lo mismo que servir a la justicia”. Con esta cita de Sofía Kovalevskaya, la primera mujer matemática en obtener una cátedra universitaria en 1884, la Doctora María del Carmen García Aguilar, de la Dirección Institucional de Igualdad de Género BUAP, empezó la conferencia “La necesidad de nuevos referentes simbólicos y del uso del lenguaje incluyente para el fortalecimiento de la educación de las niñas”.
La intervención de la Doctora García Aguilar —realizada en el Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia— no sólo se centró en el ámbito de la ciencia, también abordó el cómo las mujeres seguimos luchando por un mayor reconocimiento dentro del mundo escolar, académico e intelectual.
Al respecto, la académica identificó tres aspectos fundamentales para potenciar el desarrollo social y formativo de las niñas, jóvenes y mujeres: el lenguaje incluyente, el cambio de referentes imaginarios simbólicos, y el desplegar el orden simbólico de la madre a través de la sororidad y el llamado affidamento. Dicho término, acuñado por un colectivo de feministas italianas, es entendido como la práctica social entre mujeres que permite que encuentren en sí mismas la fuente de su valor.
El lenguaje como creador de referentes simbólicos
Las consecuencias de la falta de lenguaje incluyente se pueden ver desde la infancia. De acuerdo con la ponente, los niños y las niñas desde temprana edad tienen la capacidad de aprender que todo en su entorno puede ser nombrado: las personas, los animales, las plantas, etcétera. Las niñas, en particular, saben también cuándo la palabra ‘niño’ o ‘niños’ sí las involucra y cuándo no; por ejemplo, saben que sí se les alude cuando se usan frases como “el Día del Niño”, pero que probablemente no están siendo incluidas cuando alguien dice “ese juego es para niños”. Los niños, a su vez, nunca dudan que se refieren a ellos en ambos casos.
García Aguilar denomina esto como el aprendizaje de invisibilizarse, de no estar presente y dar paso al otro, representado por el niño. Asimismo, agregó que este aprendizaje lo arrastramos por el resto de nuestra vida si es que no hay quien nos nombre. Es aquí donde entra el valor del lenguaje incluyente.
Si desde la infancia hasta la vida profesional, las mujeres son nombradas, reconocidas y valoradas, esto contribuirá a que los imaginarios infantiles cambien, pues —explica la Doctora— el lenguaje es un factor fundamental en la construcción de referentes culturales. De lo contrario, si solo usamos un lenguaje masculino, las niñas “no solo aprenden a subsumirse en este [lenguaje], sino que se acostumbran a estar invisibilizadas en los discursos e imágenes”.
Por si fuera poco, en las ocasiones en que sí hay imágenes de mujeres profesionistas, como por ejemplo a través de la publicidad, estas siguen ancladas a los estereotipos comerciales que imperan: mujeres jóvenes, blancas y delgadas; es decir, mujeres que puedan parecer agradables al espectador. Las mujeres son representadas diferente a los hombres, no porque lo femenino sea diferente a lo masculino, sino porque el espectador ideal es masculino.
Para la ponente, el reto no termina ahí, pues este proceso de invisibilización se extiende a una falta de mujeres en diversas disciplinas, como lo son la ingeniería, filosofía, literatura, etc.
Affidamento y sororidad
De igual forma, la Doctora en filosofía aseguró que el asumir un lenguaje diferenciado incluyente tiene que ver con el reconocimiento simbólico de otras facetas de las mujeres, como la materna. El uso del lenguaje masculino ha rezagado e invisibilizado la faceta materna de las mujeres, el usar un lenguaje incluyente que a su vez genera nuevos referentes simbólicos, es la clave para rescatar esos saberes femeninos que han forjado la historia y el mundo con su ser y hacer.
Y que solo así es que se dará el llamado affidamento, un proceso que es posible gracias a la sororidad, dicho de otro modo, al percibirnos como iguales entre mujeres para poder aliarnos, no juzgarnos entre nosotras, compartir y sobre todo cambiar nuestra realidad.
Para esto es necesario —entre otras cosas— incluir temas de autocuidado al conversar con otras mujeres, generar una red de seguridad entre nuestras compañeras, amigas y alumnas, manteniéndonos en comunicación y teniendo planes de contingencia.
De acuerdo con García Aguilar, si no ejercemos estos aspectos “no avanzaremos nada, ni individual, ni colectivamente. Depende de nosotras convertir la utopía de ayer engendrada por nuestras madres y abuelas simbólicas y reales, para darle un nuevo sentido a la realidad”.
*Foto de portada
“El presente artículo es propiedad de Lado B“
Lado B. (2021). Modificar el uso del lenguaje para incluir a las niñas en la ciencia. Lado B. Recuperado el 01 de marzo de 2021, de https://www.ladobe.com.mx/2021/02/modificar-el-uso-del-lenguaje-para-incluir-a-las-ninas-en-la-ciencia/