El concepto de “tecnofeudalismo” está emergiendo como un modelo que transforma las dinámicas de poder en la economía y la política del siglo XXI. Este sistema, impulsado por figuras como Elon Musk, Mark Zuckerberg y Jeff Bezos, promueve una estructura autoritaria en la que las corporaciones tecnológicas se convierten en los nuevos “señores feudales”. Mientras que los ciudadanos quedan reducidos a “siervos, proletarios y vasallos de la nube”, poniendo en riesgo los fundamentos democráticos.
Al respecto, Jaime Caro, doctor en Historia por la Universidad Autónoma de Madrid y la Universidad de Columbia, señala que “cada vez que entramos en Facebook, Instagram o Google, estamos generando datos, entonces, estamos sin quererlo trabajando para esos grandes señores feudales”. En este contexto, el pago de tributos en la época medieval ha sido reemplazado por la entrega constante de datos personales, consolidando el dominio de estas plataformas tecnológicas y generando niveles de desigualdad sin precedentes.
Silicon Valley: el nuevo epicentro del poder feudal
Desde 2010, la creación y expansión de las grandes plataformas digitales han dado lugar a una acumulación de poder sin precedentes. En palabras de Caro, “hemos trabajado para estos señores feudales y los hemos enriquecido hasta el punto de que la desigualdad está en los niveles más altos de la historia de la humanidad”. Este fenómeno no solo afecta la economía global, sino que también redefine las estructuras de poder político y social.
Como resultado de esta acumulación de riqueza, figuras como Elon Musk no solo dominan sectores clave como el transporte y la tecnología espacial, sino que también extienden su influencia al ámbito político. Por ejemplo, Musk ha utilizado su fortuna para financiar campañas electorales y desestabilizar gobiernos democráticamente elegidos, mostrando cómo el poder económico puede traducirse en un control político directo.
La amenaza del poder corporativo en la política
El poder de estos magnates va más allá de la economía, pues también está moldeando la política mundial. De acuerdo con Caro, el ‘tecnofeudalismo’ combina una vertiente económica con una política autoritaria, como se observa en las acciones de Musk. En este caso, su adquisición de Twitter (ahora X) le permitió influir en el discurso público y amplificar ideas de extrema derecha a nivel global. Además, su apoyo financiero a Donald Trump –aportando 80 millones de dólares a su campaña– le ha permitido obtener beneficios directos, como el desmantelamiento de la NASA en favor de contratos exclusivos con sus empresas.
Dicha dinámica refleja una tendencia preocupante: el avance hacia un sistema político gobernado por los intereses de una élite empresarial, en detrimento de los valores democráticos. Caro explica que esta visión está asociada con la llamada “ilustración oscura”, una teoría que propone desmantelar los ideales de la ilustración del siglo XVIII y reemplazarlos por un régimen tecnocrático liderado por CEOs.
Los ciudadanos en el centro del tecnofeudalismo
La transformación social bajo este modelo convierte a los ciudadanos en piezas fundamentales de la estructura tecnofeudal. Según Yanis Varoufakis, exministro griego y autor de un libro sobre el tema, las personas se clasifican en tres categorías bajo este sistema:
- Siervos de la nube, aquellos que generan datos al utilizar las plataformas digitales sin recibir compensación.
- Proletarios de la nube, empleados de las empresas tecnológicas, muchas veces en condiciones laborales precarias.
- Vasallos de la nube, pequeños empresarios que dependen de las plataformas para vender sus productos bajo estrictas condiciones.
Por su parte, Carlos Lázaro, de Economistas Sin Fronteras, alerta que esta acumulación de poder económico en manos de unos pocos está produciendo desigualdades alarmantes. “Todo esto está generando una concentración de capital en muy pocas manos, y esa desigualdad social podría terminar provocando estallidos sociales”, advierte.
El debilitamiento de las democracias
El impacto del tecnofeudalismo no solo se refleja en la economía y la política, sino también en el debilitamiento de los estados democráticos. La desregulación de los mercados, la manipulación de flujos financieros y la difusión masiva de desinformación son herramientas que estas corporaciones utilizan para consolidar su poder. Esto ha permitido que magnates como Musk promuevan ideales como “viva la libertad” y “desmantelar el Estado social”, que justifican el recorte de servicios públicos y el aumento del control empresarial.
La rebelión en la nube: una posible respuesta
Ante esta concentración de poder, Yanis Varoufakis propone una alternativa: una “rebelión en la nube” que utilice las mismas herramientas digitales para organizar una respuesta colectiva. Esta estrategia busca devolver a los ciudadanos su capacidad de decisión y contrarrestar el avance del tecnofeudalismo. Sin embargo, Lázaro subraya que esta lucha no será fácil, ya que las élites tecnológicas controlan gran parte de los recursos necesarios para movilizar a la sociedad.
El desafío que plantea el tecnofeudalismo no es menor. La consolidación de este modelo no sólo redefine las relaciones económicas, sino que amenaza con transformar las democracias en feudos corporativos.