Ubicada en la bahía de San Francisco, la isla de Alcatraz ha sido testigo de transformaciones que van desde fortaleza militar hasta símbolo de la mano dura en la política penitenciaria de Estados Unidos. Hoy, bajo la administración del presidente Donald Trump, se planea reabrir esta emblemática prisión para albergar a los criminales más peligrosos del país, incluyendo inmigrantes indocumentados con antecedentes penales.

Un pasado de hierro y agua salada

Alcatraz fue inaugurada como prisión federal en 1934, diseñada para contener a los reclusos más problemáticos del sistema penitenciario. Entre sus muros estuvieron figuras como Al Capone y Robert Franklin Stroud, conocido como el “Pajarero de Alcatraz”. La prisión ganó fama por su supuesta imposibilidad de escape, aunque se registraron 14 intentos, siendo el más famoso el de 1962, cuando Frank Morris y los hermanos Anglin desaparecieron sin dejar rastro.

John Anglin, Clarence Anglin y Frank Morris fotografiados antes de la fuga. (Foto: FBI)

Sin embargo, el alto costo de mantenimiento y las dificultades logísticas llevaron a su cierre en 1963. El entonces fiscal general Robert F. Kennedy argumentó que Alcatraz era insostenible, costando tres veces más que otras prisiones federales.

Una reapertura polémica

La propuesta de Trump de reabrir Alcatraz ha generado críticas por su viabilidad y costo. Actualmente, la isla es una atracción turística administrada por el Servicio de Parques Nacionales, que ha enfrentado recortes presupuestarios bajo la misma administración. Además, la infraestructura de la prisión está deteriorada, lo que implicaría una inversión significativa para su rehabilitación.

Organizaciones de derechos humanos han expresado preocupación por el uso de Alcatraz para detener a inmigrantes, señalando que podría violar principios constitucionales y tratados internacionales. La congresista Nancy Pelosi calificó la medida como “una distracción política sin fundamento práctico”.


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Implicaciones para la comunidad latina en California

Para la población latina, especialmente en California, la reapertura de Alcatraz tiene connotaciones profundas. No solo revive recuerdos de políticas migratorias restrictivas, sino que también plantea interrogantes sobre el trato a los inmigrantes en el sistema de justicia penal en el “Golden State”. La posibilidad de que Alcatraz se utilice para detener a inmigrantes indocumentados con antecedentes penales ha encendido alarmas en comunidades que ya enfrentan desafíos significativos.

Además, la historia de Alcatraz está entrelazada con episodios de resistencia indígena y movimientos por los derechos civiles, lo que añade una capa de complejidad al debate actual. La ocupación de la isla por activistas nativos americanos entre 1969 y 1971 es un recordatorio de que Alcatraz no es solo una prisión, sino también un símbolo de lucha y reivindicación.

¿El regreso de la prisión más temida de EE. UU.?

La propuesta de reabrir Alcatraz como prisión federal no solo implica desafíos logísticos y financieros, sino que también reabre heridas históricas y plantea preguntas sobre el rumbo de las políticas penales y migratorias en Estados Unidos. Para la comunidad latina en California, este movimiento es más que una noticia: es un llamado a la vigilancia y la acción en defensa de los derechos humanos y la justicia social.