El pasado sábado 26 de abril, María Camila García-Molina, una joven madre colombiana de 24 años, fue encontrada sin vida dentro de su vehículo en el complejo residencial Twin Lakes, en el suroeste del condado de Miami-Dade. La tragedia fue descubierta después de que su hija de 3 años fuera hallada deambulando sola en el estacionamiento, con sangre seca en su rostro y ropa. La niña fue llevada a casa de su abuela, quien alertó a las autoridades. Durante la investigación, la pequeña declaró que su madre había sido golpeada en la cabeza y que ahora “estaba durmiendo”.

Foto © Collage Local 10 / Ficha policial Condado de Miami-Dade
La Oficina del Sheriff de Miami-Dade identificó a Joy Chandra Nath, de 29 años, como principal sospechoso del asesinato. Nath era exnovio de María Camila y tenía antecedentes de acoso hacia ella. La joven madre había solicitado una orden de restricción en su contra, pero fue rechazada por falta de evidencia. Lo que si deja en evidencia estos antecedentes es que pareciera que como muestran muchos cosas la justicia aún no logra velar por nuestra integridad incluso cuando alertamos.
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El cuerpo de María Camila García presentaba múltiples heridas punzantes en cuello, torso y extremidades. Horas después del hallazgo, Joy Chandra regresó al complejo residencial, donde fue detenido tras ser encontrado con rasguños visibles y en posesión de pertenencias de la víctima, incluyendo su bolso y teléfono móvil. Actualmente, enfrenta cargos por asesinato en segundo grado y abuso infantil.
La familia de Camila García Molina ha lanzado una campaña en GoFundMe para cubrir los gastos funerarios y el cuidado de su hija. Este caso resalta la importancia de escuchar y proteger a las víctimas de violencia doméstica, de género y sistémica, así como la necesidad de mejorar los mecanismos legales para prevenir tragedias como esta.