Durante la última semana, la ciudad de Los Ángeles ha estado devastada por desastrosos incendios forestales que han causado la muerte de dos personas y destruido más de 1.000 estructuras, así como la evacuación de 30.000 residentes. De acuerdo a los informes, el incendio de Palisades se ha extendido a más de 5,000 acres y, a pesar de los esfuerzos, no ha podido ser controlado. Mientras los vientos de Santa Ana siguen alimentando las llamas, la situación empeora cada día.

Organismos como la OMS y los CDC han emitido alertas sobre los peligros del humo tóxico que se está esparciendo por el aire, aconsejando a las personas que se laven las manos con frecuencia y eviten inhalar estos gases dañinos. Además, expertos están comenzando a señalar que el cambio climático está detrás de la intensificación de estos incendios, y que lo que estamos viviendo hoy podría ser solo el comienzo de una amenaza más frecuente y destructiva en el futuro cercano.

Aseguradoras cancelan los seguros contra incendios

Pero la tragedia no termina ahí. En medio de este caos, miles de familias se han visto abandonadas por las compañías de seguros. Hace pocos días antes de que se desataran los incendios, las aseguradoras cancelaron las pólizas de quienes viven en zonas de alto riesgo. Esto significa que, en un momento de extrema vulnerabilidad, aquellas personas que habían confiado en su seguro para proteger sus hogares se han quedado sin ninguna cobertura. Familias que han vivido durante décadas en sus casas ahora se enfrentan a la posibilidad de perderlo todo sin ninguna ayuda.

La cancelación de pólizas en zonas de alto riesgo no es un fenómeno aislado, y aunque es comprensible que las aseguradoras evalúen el riesgo, esta medida plantea un dilema ético. ¿Dónde queda la justicia para aquellos que, durante años, han cumplido con sus aportes y que ahora, cuando más lo necesitan, se ven abandonados a su suerte?