¿La experiencia cinematográfica es la decisión de confrontarse? ¿Qué otras dimensiones podría abarcar la experiencia de una creación artística? Si no, la oportunidad de enfrentarse a una experiencia retadora o tal vez renovadora, la posibilidad de encontrarse con el fuero interno y dialogar con lo que se interpone ante la vista.
Pues bueno, “Entrevista laboral” del director colombiano Carlos Osuna, es una película que claramente asume el cine desde esa posición, es una pieza que interpela al espectador, que le exige desde el primer momento una apertura en su acercamiento a la narrativa. Así mismo, construye un punto de vista que nos sitúa también desde ese tímido fetiche culposo que nos genera placer a los humanos, la estética del voyeurismo. Satisface el placer del espionaje, de esa mirada curiosa, dispuesta a través de la literalidad del enmarcado de la ventana y la fachada Bogotana; esas que encierran en su interior las infinitas realidades que habitan este vasto territorio de cemento, que con diversos instrumentos terrenales ruge en su exterior constantemente, pero que guarda sigilosamente variedad infinita de silencios en los interiores, sobre todo en los interiores humanos.

Un relato “rolo” sin tapujos
Si bien hay solo un plano secuencia en el que nos sumergimos en el caos citadino, mientras navegamos sus calles inframundicas, la predominante quietud de esta mirada cautelosa, nos lleva de la mano a visitar paisajes aparentemente lejanos y manteniendo distancias prudentes, nos invita a llenar silencios, a construir conversaciones inconclusas valiéndose de susurros que se alcanzan a percibir desde la lejanía. La película nos permite construir matices desde elementos que nos interpelan como habitantes del “tercer mundo”; el ver el afuera (el exterior) como una gran perfección, haciéndonos sumisos ante la maquinaria de la economía, el inalcanzable plástico imberbe que, a pesar de supuestamente disminuirnos ante sus pies, se transforma en algo mundano en su aplicación a nuestra cotidianidad *podra, *cutre y tan propia de la que no podemos huir.

Los cuadros de “Entrevista Laboral” reflejan lo que finalmente lo que logra este gigante andamiaje extranjero de sometimiento, es manifestar nuestros matices más internos, transformando incluso lo importado e impuesto en necesariamente nuestro. No hace falta escarbar muy profundo para evidenciarlo, solo basta con observar nuestros comerciales o incluso la forma en la que apropiamos marcas de lujo en productos de venta rápida en las calles. Así mismo, la forma chillona en que quienes tienen un dominio avanzado del inglés lo usan en su diario vivir combinando sonidos anglosajones y romances propios del idioma que colonizó nuestra lengua, es la fiel muestra de un popurri de imposiciones adornadas por las expresiones más genuinas de nuestras raíces.
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Una apuesta osada
En el panorama cinematográfico colombiano, especialmente en términos temáticos y narrativos, esta es una apuesta muy arriesgada. Aparentemente, el cine colombiano se ha asentado en fórmulas que son validadas por las necesidades de reivindicación de los mismos que nos han oprimido históricamente. Las instituciones del cine, tanto internacionales como nacionales, se han encasillado en la elección de temas *trópico-folclóricamente “correctos” para el exterior, aquello que se vende como interesante, hace que quienes actúan como entes validadores se sientan los salvadores del mundo. Conduciéndonos silenciosamente a olvidar nuestras exploraciones desde la piel, abandonando el poner la carne desde la cotidianidad de la experiencia. Ese es el gran valor de esta osada película, que quien construye el paisaje narrativo, no intenta apropiarse de este por complacencia externa.
Otro de los grandes logros de este filme, son las intenciones que van más allá de los diálogos, las emociones están en todo menos en lo literal del lenguaje que es lo que se ha construido en nuestras cabezas parlantes, por lo menos en el audiovisual colombiano, en cambio los estímulos emitidos a través de los diálogos son los necesarios para que como espectadores construyamos desde nuestra propia voz y conocimiento de la vida. Como es evidente en la escena de la azotea, en la que aunque el espectador que se enfrente a esta escena, no sea bogotana o si quiera colombiana, le dan los diálogos necesarios para edificar ese contexto y la profundidad de las emociones que allí rebosan, la interacción de padre e hijo desde el silencio o más bien el susurro propio del acto de espiar, el susurro inconcluso que invita a construir la historia a cada quien como fisgón de la situación. Esta posición que permite empatizar con la propia experiencia de vida, aunque nos sitúen en una posición que muchos podrían llamar marginal, que es la posición de la mayoría en el contexto colombiano.
Un recorrido paisajístico de la imposición anglosajona en el tercer mundo
Entrevista Laboral es una película que se vale de dos estéticas y sus tonalidades para contraponer el imaginario ideal e inalcanzable americano, con la realidad predominante bogotana (o incluso colombiana). Una realidad en decadencia, arrodillada a los pies del anglicismo aparentemente perfecto, una entrevista laboral constante en la que no encajas con la luz perfecta, los desayunos de comercial y las vacaciones de verano, que serán la vara para medir a un buen candidato y posible electo para el puesto; ese puesto que se vende en vallas de publicidad como un producto que hará que tu vida tenga un mayor valor. Un puesto tan inalcanzable y casi fantasmagórico como las marcas de lujo que copiamos para sentir la ilusión de poseer una vida con tanta valía como la de los “ángeles” venerados de los comerciales extranjeros, o los cantantes en yates de lujo; o cualquiera que no sea yo, porque yo, es decir la mayoría en Colombia, tenemos un acceso tan limitado a esas luces perfectas, a desayunos saludables, e incluso a posibles vacaciones, como a aprender un inglés perfecto, casi nativo, de una tierra lejana y prometida que determina tu futuro.
Alguna vez viví la experiencia de ser inmigrante, que saco de mi pecho el nombre artístico que hoy uso y desde esa Latina que vivió y vive las dificultades de no saber un inglés perfecto, de haber migrado para encontrar una estabilidad que mi país no lograba ofrecerme, desde esa Latina joven que abandonó sus sueños por un rato para tener con que vivir, pero que regreso a abrazar lo *podro a lo que nos ha empujado la sociedad global, creo que ningún “rolo”, ningún colombiano, ningún latino, inmigrante, o joven debería perderse la posibilidad de ver esta película, que nos recuerda con gracia que esta es la realidad a la que hay que enfrentarnos y que así aprendamos ingles encontraremos las formas de volverlo nuestro.
*Expresiones rolas o colombianas que hacen parte de mi expresión pasional personal.