George Floyd fue sepultado, pero la repulsa sigue viva

En la ceremonia fúnebre en Houston participaron familiares del afroestadunidense fallecido en un violento arresto policial, líderes de derechos civiles y deudos de otras víctimas de agresiones raciales en
años recientes; la ceremonia fue transmitida en directo por televisión. Foto Afp

David Brooks|La Jornada

Nueva York. George Floyd fue enterrado ayer en Houston rodeado de su familia y las de otros afroestadunidenses víctimas de la violencia racista oficial, pero el movimiento que su muerte detonó siguió vivo en las calles del país obligando a la cúpula política a promover reformas y retirar símbolos del racismo institucional histórico en Estados Unidos.

Al mismo tiempo, el presidente Donald Trump –no invitado, ni esperado ni mencionado explícitamente en esta última ceremonia fúnebre– acusó falsamente a Martin Gugino, pacifista de 75 años hospitalizado después de ser tumbado al suelo por policías en una de las protestas por el asesinato de Floyd, de ser un provocador antifa, en referencia a una agrupación informal de activistas que se identifican como antifascistas que han sido responsabilizados por la Casa Blanca y sus aliados de la ola de protestas, y que podría haber sido un acto engañoso.

En la última ceremonia fúnebre para Floyd en su ciudad, Houston, la familia de la víctima, algunos líderes de derechos civiles, familiares de otras víctimas afroestadunidenses asesinados por policías en los últimos años y dos filas de oficiales de policía saludaron al paso del ataúd. La ceremonia fue transmitida por televisión; se recordó a la persona y su fin violento, y también como un caso que ha detonado una ola de protestas contra el racismo institucional y su violencia oficial sin precedente desde los años 60.

Tan potente se ha vuelto el caso que la cúpula política nacional, el gran empresariado –la Bolsa de Valores de Nueva York mantuvo silencio por 8 minutos y 46 segundos (el tiempo que el policía blanco tuvo su rodilla sobre el cuello de Floyd) al iniciar la ceremonia– y figuras públicas de todo tipo se han visto obligadas a reconocer el grave y profundo problema que viene desde el origen del país y persiste en las palabras no puedo respirar hoy día.

Joe Biden, ex vicepresidente y virtual candidato presidencial demócrata, declaró por videomensaje: este es el momento por la justicia racial.

El alcalde de Houston, Sylvester Turner, declaró que lo honramos hoy porque cuando tomó su último aire, ahora el resto de nosotros podemos respirar, y anunció desde el altar que estaría emitiendo una orden ejecutiva para prohibir tácticas de contención física con llaves al cuello, entre otras.

De hecho, continuaron los anuncios en diversas ciudades sobre nuevas prohibiciones de tácticas policiacas de forcejeo físico y compromisos para otras reformas. En Washington, el concejo municipal ya las prohibió; también la policía en Phoenix.

Al mismo tiempo, van cayendo símbolos históricos racistas. El alcalde de Birmingham, Alabama, ordenó la remoción de una estatua en honor a la Confederación –los estados sureños que intentaron romper con la unión en parte por la pugna sobre la esclavitud que llevó a la guerra civil en el siglo XIX– mientras en Virginia el gobernador ordenó quitar una estatua de Robert E. Lee, general de las fuerzas de la Confederación, en Richmond (la cual ha estado ahí por más de un siglo, pero que ahora está marcada con lemas de Black Lives Matter), y el alcalde de Jacksonville, en Florida, ordenó remover estatuas de soldados de la Confederación; otras figuras y símbolos vinculados con el racismo han sido removidos en lugares como Filadelfia, mientras otros han sido vandalizados y marcados con consignas contra el racismo. La Marina ha ordenado la prohibición de la bandera de la Confederación en todo lugar público. Los Marine ya habían ordenado lo mismo.

En tanto, la nueva valla alrededor de la Casa Blanca ha sido convertida por manifestantes en un muro de conmemoración de víctimas de violencia policiaca con obras de arte, fotos, dibujos, flores y listones sobre los nombres.

By astar