Daniela Pastrana, Isabel Briseño y María Ruíz | Pie de página
Domingo 11 de abril de 2021
En lugar de calles desiertas, detenidos por tirar agua, misas y representaciones del Viacrucis, lo que se vio en la capital estos días de asueto fueron filas y filas de personas en sillas de rueda, voluntarios inyectando y escuelas y bibliotecas convertidas en unidades vacunadoras. Una Semana Santa difícil de olvidar
Texto: Daniela Pastrana, Isabel Briseño y María Ruíz
Fotos: Isabel Briseño y María Ruiz
CIUDAD DE MÉXICO.- Las procesiones no fueron al Cerro de la Estrella, sino a centros universitarios convertidos en máquinas vacunadoras. A cambio de un Cristo crucificado hace 2 mil años, las calles se llenaron de ancianos en sillas de ruedas, con rostros cubiertos de cubrebocas. En lugar de cruces y látigos, las noticias tenían imágenes de jeringas y biológicosenfriados en congeladores.
Este 2021, la Semana Santa fue la semana médica. De los barrios no salieron miles a alabar a un dios, sino a recibir una vacuna. Días extraños, en los que la gente se volcó en la ciencia, con la esperanza de que ésta pondrá su parte para frenar al virus que ha paralizado al mundo, y para no volver a tener otro enero negro, cuando la muerte pasó la factura de las fiestas navideñas.
Convertida en un megacentro de vacunación, la Ciudad de México ha logrado inocular en un tiempo récord a 1.3 millones (el 83 por ciento de las personas mayores de 60 años que viven aquí) y ya va por la segunda dosis.
Escuelas que llevan un año cerradas fueron abiertas como centros inmunizadores. Igual que la Biblioteca José Vasconcelos, la Arena México, el Campo Marte y las instalaciones olímpicas: el estadio de CU y la alberca Juan de la Barreda. Como en La fiesta de Serrat, por unos días se olvidó que cada uno es cada cual.
Estas son 5 postales de una jornada que nadie olvidará.
1. NORTE: Subiendo la cuesta
Este 2 de abril, Viernes Santo en la tradición cristiana, es el primer día de vacunación en la alcaldía Gustavo A. Madero y miles de personas acuden desde las primeras horas a la cita con la vacuna rusa SputniK V.
Las filas para acceder a la unidad vacunadora ubicada a espaldas del Reclusorio Norte, son extensas pero fluidas. Personas mayores cargan con sillas plegables, bancos y sombrillas, mientras esperan su turno.
“No hay paso con carro, cerraron las calles y a nosotros ya nos cuesta mucho trabajo caminar, hasta en andaderas vienen muchos y vea cómo hay que rodear toda la deportiva y es de subida. Una señora hasta se les cayó a sus familiares en un tope”, relata Sergio González, mientras apresura el paso para llegar hasta la puerta de acceso.
Porque aquí, en la alcaldía que alberga a la Basílica de Guadalupe, el Instituto Politécnico Nacional y el Bosque de Aragón, donde se encuentra el tianguis de la San Felipe y donde cruza el Gran Canal que viene de Ecatepec, todo es cuesta arriba. La vida, las procesiones a la Basílica, y las calles de los barrios del Cerro del Chiquihuite, en la punta norte de la Ciudad.
En la Ciudad deportiva Carmen Serdán hay 10 mil biológicos para recibir a los vecinos de Cuautepec, el barrio que se tragó un cerro, y otras colonias que llegan pese a no ser el día que les toca.
También es la alcaldía de la «vacuna fantasma» del megacentro de vacunación en Zacatenco, que por error o por montaje no se aplicó a la primera y tuvo que repetirse. Porque aquí, en la GAM, todo es cuesta arriba.
2. SUR: Violines y danza
En el estadio olímpico de la Ciudad Universitaria se despliegan unos 200 voluntarios del Instituto de la Juventud. Llegan antes de las 7 de la mañana y se marchan después de las 6 de la tarde. Se ocupan de repartir kits de aperitivos, dar sillas de ruedas a quienes las requieran, dirigir de un espacio a otro a las personas, registrarlas y amenizar la aplicación de vacunas de AstraZeneca durante la semana de vacunación en el sur de la ciudad.
La orquesta del Injuve, la compañía de de Danza Matlazihuatl y luchadores forman parte del programa Los Jóvenes Unen al Barrio, con el que en este centro de vacunación buscan amenizar la espera.
José Luis Villar no cabe de orgullo de que la Universidad Nacional Autónoma de México, donde estudió medicina, preste ahora sus instalaciones para vacunar a los viejos. Él vive en San Ángel, un barrio tradicional vecino de la UNAM, jugó como reserva de los Pumas y ahora, qué más felicidad podría tener, fue vacunado en el estadio olímpico.
“Cada vez que hay un evento catastrófico las instalaciones de la universidad siempre prestan un lugar. Los universitarios tienen ese voto de solidaridad con el pueblo. Cuando te conviertes en universitario tienes ese compromiso más grande para que a toda tu comunidad y al país le vaya bien”, asegura.
Antes de venir, trajo a su tía y a su mamá. Ninguna de las dos había salido de su casas desde el inicio de la pandemia. Cuenta que antes de que anunciaran que el estadio sería centro de vacunación le preocupaba que en la zona donde vive no hubiera un espacio suficientemente grande para una mega vacunación. Pero aquí todo fluye fácilmente.
En esta zona del sur de la ciudad, conocida por su vida cultural – y poco por sus barrios populares- ocurre una cosa extraña el viernes 2 de abril: personas médicas que trabajan en el sector privado y no han estado en la primera línea de covid acuden a un falso llamado de vacunación en la Escuela Médico Naval. La convocatoria no oficial circuló en redes sociales. La Secretaría de Salud pide a la población a estar atenta a la información oficial. Que todos serán vacunados, pero deben esperar su turno, dicen una y otra vez las autoridades.
En el estadio de CU, en cambio, el médico del Villar cuenta que ha estado activo durante la pandemia, repartiendo despensas en Jardines del Pedregal.
“Me di cuenta de que muchísima gente no tenía para comer, ni para sus rentas y es cuando dices, ¿qué más hago para apoyar a la gente? Porque sabes que la despensa no era suficiente. Por no haber partidos y fútbol, muchos de los que vendian aqui perdieron sus negocios y no saben hasta cuándo. Es muy difícil, la verdad”.
3. ORIENTE: Entre Dios y la vacuna
En las instalaciones del Servicio de Transportes Eléctricos en la colonia San Andrés Tetepilco, de la alcaldía Iztapalapa, llama la atención la fila de sillas de ruedas. Son casi tantas las personas que las usan como las que llegan a pie.
Carola Arellano espera tras la rejas a su padre, de 79 años. y a su madre de 70 años.
“Se siente una gran emoción al traerlos a su vacuna”, dice la feliz hija, mientras rememora los años en los que sus padres la llevaron por primera vez a la escuela.
“Ahora se cambiaron los papeles y yo me quedo afuera con ganas de chillar de la emoción porque gracias a Dios, al fin los van a vacunar”, comenta Carola.
Confiesa que ha tenido dudas y miedo. Pero “con estas aguas benditas que Dios nos manda para todo el mundo, vamos a estar más protegidos, que se animen todos a vacunarse que por algo está la ciencia”.
Iztapalapa es la alcaldía más poblada de la Ciudad de México. Cada año, aquí se realiza una de las representaciones más famosas del Viacrucis católico, en la que participan más de 2 millones de personas que este año, como el pasado, se han tenido que guardar por la pandemia y sólo se realiza una presentación simbólica a puerta cerrada.
En esta alcaldía también está la Central de Abasto, que surte la comida de la ciudad. En el inicio de la pandemia el virus atacó duramente a los comerciantes de la central, donde cada día confluye medio millón de personas.
La señora Rosa Maria escucha atenta las explicaciones del enfermero que le aplicará la vacuna. “Voy a enseñarle su vacuna, esta es nueva, cerrada, no es agua, luego nos regañan”, le dice, en referencia al último escándalo de la pandemia.
Rosa Maria es comerciante y convive con mucha gente. Por eso decidió vacunarse, aunque se muere de miedo.
“Me da miedo de todo y nada porque no sé cómo vaya a reaccionar mi cuerpo. No sabemos mucho sobre el bicho y menos sobre la vacuna, pero sé que lo tengo que hacer, es una responsabilidad”.
4. PONIENTE: Bailan y se dan la mano, sin importarles la facha
Alicia Ortiz Rangel de 70 años y su esposo de 81 años recibieron la primer dosis de la vacuna AstraZeneca; la pareja cuenta que ha permanecido unida 61 años y que durante todo un año se refugiaron en el estado de Morelos para estar menos expuestos a un contagio.
Se dicen “encantados de la vida” por volver a estar con sus hijitos, quienes los trajeron para ser inoculados. “Yo me metí de contrabando porque me tocaba mañana pero le dije al doctor y sí nos dejaron pasar juntos, porque si no mañana otro vuelta y otro relajo”, cuenta la mujer
Con cronómetro en mano, un hijo del matrimonio Ortíz Mandujano dice que el proceso de vacunación dura una hora.
Es una cosa extraña la vacunación en la Expo Santa Fé: aunque el lugar está en la zona con mayor plusvalía de la ciudad, la mayoría de las personas que llegan son de los poblados aledaños.
En el pueblo donde vive gran parte de esta población se encuentra la casa hogar “Paz y alegría” que alberga a ancianitas abandonadas de 70 años en adelante, quienes también acuden a vacunarse.
Cuadras más adelante, frente a la iglesia de la Virgen de la Asunción, se lleva a cabo la representación en el Jueves Santo.
“La petición es por todos, pedir que pase pronto esta pandemia que estamos viviendo, que nos de fuerza y que pasemos avantes a todo esto primero Dios, ese es el motivo por el cual estoy representando a san Dimas”, dice Victor Méndez.
Los organizadores aseguran contar con todos los lineamientos sanitarios que marca la Organización Mundial de la Salud.
5. Caminito de la escuela…
La UNAM no es la única universidad que se suma al esfuerzo. Otras instituciones educativas, públicas y privadas, como el Poli, la UAM, la Escuela Nacional de Maestros, el Centro Universitario México y La Salle abren sus puertas después de un año para convertirse en gigantezcos centros de vacunación
La UAM Xochimilco presta sus instalaciones del miércoles 24 al martes 30 de marzo. El ingreso es por el acceso vehicular de Calzada de las Bombas. Las vallas que cercan la zona para facilitar el acceso y aumentan el tráfico, ya de por si complicado.
Miguel Ángel Medina, quien atiende una papelería, jura que el tráfico que generó la vacunación le quitó clientes. Aún así tiene ingresos comercializando el acceso a su baño a cinco pesos. Para otros comerciantes de la zona, la jornada de vacunación es un respiro. El primer ingreso desde que la pandemia llegó a México y las escuelas tuvieron que cerrar. Hay negocios que cerraron para siempre.
“Sí afectó bastante porque los negocios giramos en torno a ellos. Si no hay estudiantes se pausa esto. Muchos locales tuvieron que cerrar. La vacunación sí nos apoyó un poco y es súper buena onda que se volvieran centro de vacunación, habla muy bien de ellos”, cuenta Gabriela Zambrano, de Abarrotes El Puma.
Afuera de la tienda Lilia Ramírez vende tacos de canasta desde hace dos años. Y aunque no ha dejado de vender, también se ha visto afectada por la pandemia:
“Me afectó bastante. El 80 por ciento de mis clientes eran estudiantes. Traemos ahorita ni un 50 por ciento del producto, traemos mucho menos. Muchos negocios quebraron y vendedores ya no vendieron. Nuestra fuente de trabajo son los estudiantes. Ahorita no trajimos lo que normalmente pero sí nos ayudó esta semanita”, cuenta.
El el Centro Universitario México el ambiente es como el de cualquier escuela a la hora de la salida. No falta el vendedor que, en lugar de dulces o papás de carrito, trae caretas y cubrebocas.
Una voluntaria indica por medio de un megáfono instrucciones, como cuando en la salida voceaban los nombres de los niños que buscaban sus padres en las entradas.
En lugar de eso los hijos llegan en sus coches a recoger a sus mamás, papás, abuelas y abuelos, recién vacunados con la fórmula AstraZeneca.
En plena Semana Santa, el tráfico de la clasemediera colonia del Valle es muy poco. Las calles alrededor quedan partidas por vallas para paso peatonal y para dar un acceso más fácil a los conductores que llegan por sus familiares.
La única escuela que se volvió centro de vacunación en la alcaldía älvaro Obregón pertenece a la policía. Apenas hace cuatro años se convirtió en universidad, antes era un instituto técnico por donde pasan todos los policías que trabajan en la Ciudad de México.
Durante la mega vacunación los estudiantes, a quienes se les conoce como cadetes dentro del argot policial, se volcaron en el servicio. Se desplegaron tres generaciones de cadetes, alrededor de 900 jóvenes que quieren ser policías.
Para la cadete Leslie Barreto participar en la vacunación es un ejemplo de lo que viene en su vida: “Es una pequeña prueba de lo que vamos a hacer en el futuro. Para eso estamos aquí y desde ahorita se está viendo que nosotros decidimos ser un servidor público. La mejor satisfacción es cómo te agradecen las personas”, dice.
Para el oficial Villanueva, exestudiante de esta universidad y ahora policía en activo, el ánimo de los jóvenes cadetes es muy evidente: «hay unos que ni siquiera quieren descansar».
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Briseño, I.; Pastrana, D.; Ruíz, M. (2021). La semana en la que la ciudad creyó más en Pasteur que en Dios. Pie de página. Recuperado el 11 de abril de 2021 de: https://piedepagina.mx/la-semana-en-la-que-la-ciudad-creyo-mas-en-pasteur-que-en-dios/