Las políticas arancelarias establecidas por el expresidente Donald Trump han empezado a generar repercusiones en California, particularmente en sectores estratégicos como la logística y la manufactura. Las medidas incluyen una tasa general del 10% sobre importaciones globales, además de aranceles recíprocos significativamente más altos dirigidos a socios clave en Asia como China, Japón y Corea del Sur.
En ese sentido, el complejo portuario Los Ángeles-Long Beach, encargado de mover aproximadamente un tercio del tráfico de contenedores del país, se sitúa ahora en el centro mismo de esta guerra comercial.
“Este es el régimen arancelario más amplio que hemos presenciado”, afirmó al respecto Gene Seroka, director ejecutivo del Puerto de Los Ángeles.
Como resultado directo de estas tarifas, Seroka pronosticó que la actividad portuaria podría caer hasta un 10% hacia fines de año, afectando directamente los empleos en toda la cadena logística regional.
“Menos contenedores llegando al puerto de Los Ángeles se traduce en menos puestos de trabajo”, puntualizó el funcionario.
Adicionalmente, los nuevos impuestos incluyen aranceles específicos del 24% sobre productos japoneses, 25% sobre bienes surcoreanos y un 34% sobre mercancías chinas. Esto último se suma al gravamen anterior del 20%, que Trump aplicó en respuesta a importaciones ilegales del fentanilo.
Aunque Canadá y México quedaron exentos inicialmente de los impuestos generales, ciertas mercancías provenientes de ambos países enfrentan tarifas del 25%, especialmente automóviles y camiones ligeros importados. Esta situación generó recientemente una oleada de compras anticipadas entre consumidores californianos, quienes buscaron adelantarse al incremento de precios.
Paralelamente, los expertos económicos han señalado que los sectores logísticos y manufactureros serán particularmente vulnerables a estos cambios.
“La parte más importante de la economía del área de Los Ángeles, en términos de empleo y actividad económica, es la logística”, explicó Kevin Klowden, economista del Instituto Milken en Santa Mónica.
Asimismo, añadió que la manufactura, la segunda industria más relevante, podría verse severamente afectada por estas medidas debido a la interrupción que ocasionan en las cadenas globales de suministro.
“Estos aranceles tienen un efecto real sobre las cadenas de suministro y todo lo demás”, subrayó Klowden.
En los últimos meses, los puertos californianos experimentaron niveles récord de importaciones debido a que muchas empresas adelantaron la compra de productos, anticipándose al efecto de los nuevos aranceles. No obstante, esa fase terminó, y ahora se espera una clara desaceleración en la actividad comercial para los próximos meses.
Sumado a esto, California mantiene todavía más de 300 mil empleos en el sector manufacturero. Esta industria, aunque históricamente en declive, sigue siendo diversa: abarca desde electrónica y ropa, hasta alimentos procesados y componentes aeroespaciales. Precisamente, muchas nuevas empresas aeroespaciales fundadas por exempleados de SpaceX dependen de componentes provenientes de proveedores en Asia.
Aunque varias de estas empresas intentaron diversificar su producción fuera de China hacia países del sudeste asiático como Vietnam e India, estas naciones también fueron alcanzadas por los nuevos aranceles recíprocos impuestos por Trump.
“Esto va a tener un impacto enorme en la manufactura y en las cadenas de suministro en todo California”, advirtió Klowden.
“No contamos con manufactura especializada para todas estas cadenas, y menos aún a precios competitivos en Estados Unidos”.
Según cifras oficiales, el estado exportó cerca de 160 mil millones de dólares en productos manufacturados el año pasado, especialmente en artículos electrónicos e informáticos, con un valor cercano a 47.9 mil millones. Además, destacan la maquinaria industrial y los productos químicos, sectores que podrían enfrentar serias represalias comerciales en respuesta a las tarifas estadounidenses.
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En esta misma línea, Silicon Valley tampoco quedaría fuera del conflicto. Grandes compañías tecnológicas como Apple, que invirtió miles de millones en trasladar producción hacia India, ahora enfrentan allí un arancel recíproco del 27% sobre sus importaciones hacia EE.UU.
“El sector tecnológico enfrenta una realidad: depende completamente de cadenas de suministro globalizadas”, comentó Klowden.
Europa también podría intervenir. Francia impulsa que la Unión Europea aplique aranceles a los servicios digitales, afectando directamente a empresas californianas como Google y Meta.
En cuanto al sector agrícola, la preocupación también está presente. California es el principal estado exportador agrícola del país, con ventas que rondan los 25 mil millones de dólares al año. Frutas, vegetales y almendras lideran estos envíos, productos vulnerables a represalias comerciales de importantes compradores internacionales como China, Japón y la Unión Europea.
Al respecto, expertos anticipan que si China decide aplicar tarifas agrícolas en represalia, probablemente se dirija principalmente hacia productos cultivados en el Medio Oeste estadounidense, como la soya, por razones políticas estratégicas, aunque los productos californianos no quedan totalmente fuera de riesgo.
Por otro lado, la industria vinícola podría experimentar un breve respiro. Gracias a las altas tarifas sobre vinos importados (que aumentaron un 60% desde 2010), los vinos californianos podrían verse beneficiados internamente. Sin embargo, sus exportaciones por más de 1,250 millones de dólares anuales quedarían en riesgo, considerando que casi la mitad va hacia Canadá y el Reino Unido, posibles protagonistas de represalias comerciales.
En respuesta al anuncio de los aranceles, los mercados financieros reaccionaron negativamente. El índice bursátil Standard & Poor’s 500 cayó 4.8%, mientras que el Dow Jones perdió 4% y el Nasdaq retrocedió un 6%. El dólar también sufrió, con los inversionistas buscando refugio en monedas más seguras como el euro, el yen y el franco suizo.
Finalmente, los economistas han señalado que los efectos inflacionarios serán inmediatos, mientras que los beneficios prometidos por Trump tardarían años en materializarse. Mark Zandi, economista jefe de Moody’s Analytics, manifestó abiertamente dudas sobre la viabilidad económica de estas políticas.
“Estos aumentos arancelarios son muy grandes y probablemente provocarán represalias”, señaló Zandi.
“Va a ser difícil de digerir. Es, en efecto, un enorme impuesto sobre la economía estadounidense”.
Desde la perspectiva del economista Kevin Klowden, la estrategia comercial de Trump busca ganar tiempo ante el público estadounidense.
“El presidente Trump está apostando a que se crearán suficientes empleos nuevos rápidamente para que la población perciba un beneficio”, explicó.
Sin embargo, expertos como Zandi anticipan que el resultado podría ser justo lo contrario: una posible recesión en lugar del anunciado renacimiento industrial prometido por Trump.