Claudia Sheinbaum está atrapada entre dos realidades; una, la que quiere AMLO sobre el manejo del dominio de la curva de contagio del Covid-19 y por ello conmina volver a la normalidad cuanto antes; y la otra, la del impacto brutal de la pandemia que a diario mata a cientos de capitalinos por la insuficiencia hospitalaria y de atención médica en la capital del país y lo peor, el problema se multiplica exponencialmente.
Obedece o impone sus criterios, esa es la disyuntiva para la jefa de Gobierno.
En medio de este dilema está un personaje con disfraz de científico y apariencia de ingenuo que hace de todo con tal de tener contento al dueño del circo; incluso mentir, engañar y manipular hasta convertirse el en mayor perverso de México, Hugo López-Gatell.
En esta obra de teatro, entre bastidores, la señora Sheinbaum se juega su candidatura presidencial, ya que si bien es cierto que ahora es la puntera para suceder a AMLO, la realidad es que cuando tiene que sortear momentos de crisis se hace más chiquita de lo que es.
El manejo político-faccioso de las cifras sobre la evolución del contagio y su impacto en número de enfermos y fallecidos por coronavirus en el país, es cada vez más evidente porque se realiza con criterios ajenos a la óptica científica y en cambio, presenta muchos tintes políticos que buscan enaltecer la figura presidencial con el manejo de la crisis y denostar a sus adversarios políticos.
Así las cosas, mientras que, por ejemplo, en Jalisco el reporte Gatell dice que es la entidad que peor ha manejado la crisis, en la realidad se observa claramente lo contrario, es una de las entidades que presenta mejores resultados en cuanto al cuidado de la salud de sus habitantes, no obstante de carecer de partidas presupuestales extraordinarias para atender la contingencia.
En contraparte, en la capital del país ocurre a la inversa, los hospitales públicos y la gran mayoría de los privados, no tienen camas disponibles ni el personal médico suficiente y capacitado para atender a los pacientes; sin embargo, ya anunció la jefa de Gobierno que a partir de hoy empieza el camino hacia la nueva normalidad, al abrir las puertas del infierno para que los capitalinos salgan a la calle con la amenaza de que en cualquier momento se contagien del virus mortal.
Sin pruebas de detección masivas es imposible evitar que siga falleciendo tanta gente; al contrario, se incrementarán las muertes a niveles inéditos, hecho que obligará al gobierno a volver a cerrar por el rebrote del virus, cuando en la realidad no puede haberlo, sin que se haya terminado el primer contagio masivo.
La mejor discípula del presidente López Obrador se juega su destino político con el manejo de la crisis del Covid-19 y si no se deslinda de la mentira y la manipulación que se hace a diario en Palacio Nacional sobre el tamaño de la crisis e impone sus opiniones en torno a la necesidad de llevar a cabo las pruebas de detección masivas, el uso obligado en espacios públicos del cubrebocas y del gel antibacterial, sus días están contados en el proyecto hegemónico de López Obrador.