Lo que debía ser una noche de música y celebración en el Palenque de la Feria del Caballo en Texcoco terminó en caos, destrucción y agresiones. El protagonista involuntario del incidente fue el cantante de música regional mexicana Luis R. Conriquez, quien optó por no interpretar corridos bélicos durante su presentación del viernes 11 de abril, en cumplimiento con las restricciones locales contra la apología del delito.
“No se van a cantar corridos”: la tensión se siente desde el inicio
Desde que el cantante subió al escenario, el ambiente fue tenso. Conriquez saludó a su público y de inmediato justificó su decisión de modificar el repertorio: “No se van a cantar corridos, mi gente. No se puede. Es una indicación que nos dieron y hay que respetar. Ni modo, vamos a ponernos románticos”. Las reacciones del público no tardaron. Coreando “¡Corridos, corridos!”, muchos asistentes mostraron su descontento, mientras otros simplemente abandonaban sus asientos.
El cantante, visiblemente incómodo, intentó continuar con el show, pero terminó admitiendo: “Mejor me voy pa’ la casa”. A pesar de los intentos por mantener el espectáculo en pie, el ambiente se descontroló.
Una mujer irrumpe en el escenario y desata el caos
Lo más alarmante ocurrió minutos después, cuando una mujer del público logró subir al escenario y comenzó a destruir parte de los instrumentos del grupo musical. Videos difundidos en redes sociales muestran cómo la mujer es sometida violentamente por personal de seguridad. Durante el forcejeo, termina cayendo al suelo y golpeándose el rostro con fuerza.
Testigos afirman que la agresión no terminó ahí. Según versiones de asistentes, la mujer habría sido víctima de tocamientos indebidos y maltrato por parte de los mismos guardias que intentaban “controlarla”.
Indignación, silencio institucional y preguntas urgentes
Hasta el momento, ni el equipo de Luis R. Conriquez ni las autoridades municipales han emitido un comunicado oficial respecto a los hechos. La organización del evento también ha guardado silencio, a pesar de las múltiples denuncias en redes sociales y el evidente fracaso en los protocolos de seguridad.
La situación ha desatado un debate público sobre tres temas clave:
- La censura a los corridos bélicos: Mientras algunos respaldan la decisión de prohibir este tipo de canciones por su relación con la narcocultura, otros defienden la libertad artística como un derecho inalienable.
- El papel de la seguridad privada: Las imágenes del uso excesivo de la fuerza y las agresiones sexuales denunciadas han puesto en entredicho la preparación y supervisión de estos equipos en eventos masivos.
- El fanatismo y la violencia: La reacción extrema de algunos asistentes revela una preocupante normalización de la violencia como método de protesta ante cualquier frustración.
Luis R. Conriquez rompe el silencio
Días después, el cantante publicó en su cuenta de Instagram un breve mensaje:
“Lo sucedido me duele y lamento profundamente que una noche de música haya terminado así. Seguiremos haciendo lo correcto”. Sin embargo, el daño ya estaba hecho, y la opinión pública permanece dividida.
El incidente en Texcoco ha dejado más que instrumentos rotos. Pone sobre la mesa la urgencia de revisar los mecanismos de seguridad en conciertos, la tensión entre arte y legalidad, y el impacto social de la música en contextos de violencia. Más allá del espectáculo, la noche del 11 de abril se convirtió en un espejo incómodo de una sociedad herida.