El pueblo indígena Wayuu de La Guajira, un departamento en el extremo norte de Colombia, ha sufrido durante mucho tiempo la negligencia y el abuso del gobierno. A pesar de su riqueza en recursos naturales, la mayoría (51%) de la población del departamento vive en la pobreza y la situación se ha visto agravada por la falta de inversión pública y la débil gobernanza institucional.
En La Guajira, un número alarmante de niños muere cada año debido a la desnutrición generalizada. A pesar de un fallo de la Corte Constitucional de Colombia, que exige a las instituciones que garanticen alimentos, agua y salud a los indígenas wayuu, que son los que más sufren la pobreza y el clima semidesértico de La Guajira, millones aún viven por debajo del umbral de la pobreza.
Solo en el último año, al menos 34 niños indígenas han muerto de desnutrición aguda debido a la pobreza y al acceso inadecuado a la atención médica. A pesar de este alarmante número de muertos, la inquietante realidad es que es solo la punta del iceberg. Apenas este mes, el gobernador más reciente fue suspendido debido a supuestas irregularidades y el departamento se ha quedado sin alcalde durante el último año. Además, el gobierno de la región ha cambiado de manos la asombrosa cantidad de 15 veces en solo 8 años, un flujo constante que solo sirve para erosionar el ya débil sentido de confianza entre el pueblo wayuu y el gobierno colombiano.
Las personas que viven en La Guajira piden a gritos ayuda a los políticos que hacen campaña allí, quienes sienten que se han olvidado de ellos una vez en el cargo. Se les ha dejado solos para enfrentar los terribles efectos del hambre, y muchas familias locales hacen todo lo posible para manejar la devastación que trae la pobreza.
Por lo tanto, es de suma importancia que el presidente Gustavo Petro aborde este alarmante estado de cosas en su visita de esta semana. El gobierno colombiano debe invertir en esfuerzos para mejorar el acceso a servicios básicos, atención médica, alimentos y agua potable entre la población empobrecida de la región. Además, se deben invertir iniciativas para crear una gobernanza regional transparente que pueda construir una relación de confianza entre el pueblo wayuu y el gobierno colombiano. Si no se toman medidas concretas para aliviar esta crisis en curso, la población más vulnerable de Colombia seguirá sufriendo.
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