Kelly Glass | National Geographic
Martes 25 de agosto de 2020
Muchas mujeres no se atienden con médicos de atención primaria, sino con médicos especialistas, y hoy, la pandemia ha limitado el acceso a estos profesionales.
“No aplica”. Eso es lo que marca Devon Anderson en los formularios que le piden información sobre su médico de atención primaria. Hace cuatro años que la mujer de 38 años no se atiende con su médica general, después de que esta no la diagnosticara correctamente; a partir de entonces, la relación se quebró.
“Cada vez que la veía, me indicaba medicamentos para el dolor o medicamentos para las infecciones, pero yo sabía que algo estaba pasando”, cuenta Anderson, quien vive en Canton, Ohio. Finalmente, su ginecólogo la derivó a un uroginecólogo, donde le diagnosticaron cistitis intersticial, una afección crónica que causa dolor en la vejiga. Ahora, ella acude a su ginecólogo para que la derive a otros especialistas.
Anderson es un ejemplo de la tendencia cada vez mayor de adultas menores de 60 años que no cuentan con un médico de cabecera, según indica un estudio de 2019 publicado en JAMA Internal Medicine. Al igual que Anderson, muchas mujeres consideran a sus ginecólogos como sus médicos de atención primaria. Muchas mujeres recién ingresan al sistema de atención de la salud después de tener un bebé, y muchas quedan abandonadas en un sistema fragmentado, en el que la atención de la salud materna, la salud de la mujer y la atención primaria de salud suelen estar desconectadas.
La pandemia de COVID-19 ha puesto de relieve las fallas del sistema de salud. Antes de la pandemia, el 54 por ciento de todos los pacientes se atendieron con especialistas, incluidos cardiólogos, oncólogos y ginecólogos. Ahora, el acceso a estos especialistas es más acotado debido a las restricciones relacionadas con la pandemia, una preocupación para las mujeres en particular, ya que dependen más de los especialistas para sus necesidades de atención médica.
Un informe reciente del Commonwealth Fund, cuyo objetivo es mejorar el acceso a la atención médica, especialmente para las personas más vulnerables de la sociedad, describe el modo en que el modelo fragmentado de atención en los EE. UU. afecta la salud de las mujeres. El informe también explica cómo debería ser un sistema adecuado e integral que responda a las necesidades de las mujeres.
Según el informe, una gran falla es que el sistema de atención médica de EE. UU. prioriza la intervención más que la prevención. Un médico de cabecera puede monitorear múltiples condiciones a lo largo de un periodo de tiempo, y desarrollar con las mujeres una relación de atención médica sostenida, mientras que los especialistas generalmente solo abordan cuestiones específicas. Como resultado, casi la mitad de las mujeres estadounidenses no tiene acceso a la medicina preventiva, explica Laurie Zephyrin, vicepresidenta de Delivery System Reform (reforma del sistema sanitario) del Commonwealth Fund y coautora del informe.
“Se supone que es la puerta de entrada al sistema de atención médica. El equipo de atención primaria de la salud debería ser el que ayude a abordar las necesidades sanitarias, sociales y psicológicas de las personas. Desafortunadamente, en los Estados Unidos, en comparación con otros países igualmente ricos, invertimos menos en atención sanitaria primaria, y a nuestros prestadores de atención primaria no se les paga lo mismo que a los médicos especialistas”.
Barreras para la atención medica
El informe del Commonwealth Fund describe algunas de las principales barreras que hay que derribar para mejorar la atención médica de la mujer, comenzando por el acceso básico. Según la American Academy of Family Physicians (Academia Estadounidense de Médicos de Familia), se estima que, si se mejora el acceso a la atención primaria, se podrían prevenir 130.000 muertes por año en los EE. UU.
“La atención primaria de salud, en particular la atención primaria en comunidades de color, es muy precaria en muchas áreas, ya sea en comunidades urbanas o rurales”, cuenta Zephyrin.
Las áreas con menos médicos de atención primaria registraron tasas más altas de mortalidad por cáncer, enfermedades cardíacas y hospitalizaciones de todos los géneros, y el acceso a la atención de la mujer también puede tener otros inconvenientes. La investigación estima que detectar el cáncer de mama y la clamidia en tiempo y forma podría salvar la vida de 3.700 mujeres y prevenir 30.000 casos de enfermedad pélvica inflamatoria, una afección grave que puede causar infertilidad o dolor crónico.
Sin embargo, las personas que brindan atención médica primaria no suelen sentirse cómodas tratando condiciones específicas de las mujeres, en especial en lo que respecta al bienestar sexual, la salud sexual y la salud menstrual, explica Sirina Keesara, directora de Salud de la Mujer en West Oakland Health, Oakland, California. “Las mujeres son derivadas a especialistas en salud reproductiva para recibir atención primaria sobre cuestiones ginecológicas como pruebas de Papanicolaou y mamografías”, agrega Keesara.
En general, la educación médica no se centra en las necesidades específicas de cada género, explica el informe del Commonwealth Fund, y “hay poca conciencia de las diferencias en la progresión de la enfermedad y el tratamiento según el sexo del paciente, y una ausencia total de entendimiento acerca de las experiencias sanitarias fundamentales que enfrentan las mujeres”.
El rol social
La formación médica tampoco prepara a los médicos para abordar las necesidades de sus pacientes relativas a su condición social, aunque alrededor del 80 por ciento de los médicos cree que esto no debería ser así. “Los factores sociales constituyen enormes barreras para la atención médica. El transporte y el cuidado de los niños son dos factores que impiden que las personas lleguen a los centros sanitarios para recibir la atención que necesitan”, cuenta Keesara.
Las mujeres, en general, realizan el trabajo no remunerado que consiste en cuidar de los niños y mantener el hogar. Las mujeres negras, además, suelen ser la principal fuente de ingresos para su familia, según un análisis del Center for American Progress. Este conjunto de obligaciones hace difícil que las mujeres puedan acudir a un centro sanitario para recibir atención médica en el momento en que la necesitan.
Incluso si la atención médica preventiva se encuentra disponible y es accesible, muchas veces, las mujeres de color no hacen uso de ella por razones culturales. Las barreras del idioma, las experiencias de discriminación y la desconfianza generalizada del sistema de atención de la salud entre las mujeres hispanas, negras y nativas americanas también explican por qué estos grupos usan los servicios de salud preventiva con menor frecuencia.
Como consecuencia de estas diversas barreras para las mujeres de color, y el racismo de las instituciones sanitarias, hay pocas probabilidades de que a las mujeres negras se les detecte un cáncer de mama a tiempo y más probabilidades de que mueran a causa de la enfermedad; Para las mujeres hispanas hay menos probabilidades de que puedan hacerse pruebas de Papanicolaou y mamografías y más probabilidades que las mujeres blancas no hispanas de morir por cáncer de cuello uterino; y las mujeres negras y nativas americanas tienen dos o tres veces más probabilidades de morir por causas relacionadas con el embarazo y el parto.
“Se ha estudiado mucho acerca de los servicios sanitarios de maternidad y, en comparación con otros países similares, nuestros resultados en materia de salud y bienestar maternal son mucho peores”, expresa Zephyrin.
Un nuevo enfoque para la atención primaria
Un sistema integral de atención primaria es aquel que “brinda servicios accesibles y de alta calidad que están enfocados en la prevención, junto con una atención sanitaria conductual y servicios sociales, equitativos y efectivos”, escriben Zephyrin y sus colegas en el informe del Commonwealth Fund. Eso significa que el acceso o no a una cobertura de salud no debería determinar la calidad de atención que recibe una persona, y la medicina preventiva debería estar coordinada por prestadores de la salud física y conductual, y servicios sociales competentes en materia cultural.
Según Barbara Jones, para lograr un sistema sanitario integral y mejorar la salud de las mujeres, debe haber relaciones, confianza e inversión en la vida de las mujeres más allá del consultorio del médico. Jones, médica de familia de Northside Peachtree Corners Primary Care en Peachtree Corners, Georgia, explica que la dinámica del hogar es uno de los indicadores más importantes a la hora de saber si un paciente puede mejorar su salud. Cuando un paciente sufre estrés crónico debido a su situación de vida, por ejemplo, es mucho más difícil revertir la presión arterial alta y la diabetes. El informe del Commonwealth Fund también sostiene que deben efectuarse más visitas médicas personalizadas que se centren no solo en los antecedentes médicos del paciente, sino también en sus necesidades socioeconómicas, como vivienda, alimentación y seguridad frente a casos de violencia.
Una manera de lograrlo es formar un equipo con trabajadores sociales y trabajadores de la salud comunitarios que puedan hacer un seguimiento de las necesidades de los pacientes. En la clínica de Keesara en Oakland, California, existen administrativos que se encargan de revisar la información de los pacientes, y si no han recibido atención médica por mucho tiempo, los contactan para hacerles un seguimiento y, según sea el caso, les brindan recursos sociales como centros de abuso de sustancias e información sobre viviendas.
El informa también enfatiza que la atención primaria de salud debe centrarse en la prevención de enfermedades y no solo en el tratamiento. Zephyrin entiende que el cuidado de la salud de la mujer debe consistir en una relación sostenida en la que, por momentos, se realizan derivaciones cuidadosas a especialistas según sea necesario; se trata de un modelo de atención donde la salud no ignora a la comunidad.
Devon Anderson sostiene que, más allá de este tipo de cambios sistémicos, la cultura de la medicina debe valorar a las mujeres y hacerles sentir que no están solas. Solo así, Anderson cree que podrá volver a acudir a un médico de atención primaria. Por ahora, seguirá confiando en su ginecólogo como médico de atención primaria.
“Para mí, creo que eso no cambiará a menos que encuentre un médico de atención primaria que no me haga sentir como una molestia”.
“El presente artículo es propiedad de National Geographic“
Glass, K (2020). La pandemia subraya la necesidad de una mejor atención médica para las mujeres. National Geographic. Recuperado el 28 de agosto de 2020 de: https://www.nationalgeographicla.com/ciencia/2020/08/la-pandemia-subraya-la-necesidad-de-una-mejor-atencion-medica-para-las-mujeres