La devastadora crisis migratoria ha alcanzado un nivel alarmante en Nueva York, donde los solicitantes de asilo se ven obligados a dormir en las calles. El Hotel Roosevelt del centro de Manhattan funciona ahora como centro de tramitación de inmigrantes para los albergues de la ciudad, con decenas de personas a la espera de servicios.
Desde hace más de un año, un número récord de solicitantes de asilo llegan a Nueva York procedentes de todo el mundo, duplicando prácticamente la población de personas sin hogar. Pero ahora el sistema se ha venido abajo. El alcalde Eric Adams advirtió de una posible caída si no se aborda la crisis migratoria: “A partir de este momento, todo va cuesta abajo. No hay más sitio”. Actualmente hay 107.900 personas en 194 albergues y hoteles municipales, 56.200 de las cuales son solicitantes de asilo.
Sin embargo, aunque el alcalde Adams se esfuerza por hacer más sitio, ha dado prioridad a las familias con niños pequeños para el alojamiento gratuito, y ha limitado la estancia máxima de los hombres solteros a sesenta días.
La insuficiente ayuda de los gobiernos federal y estatal ha dejado a la ciudad en apuros para cubrir los costes de ayuda a los solicitantes de asilo. Incluso con los cientos de millones de dólares que la ciudad ha destinado a ayudar a los inmigrantes, no hay dinero suficiente para cubrir los costes de atender adecuadamente a esta creciente población.
La teniente de alcalde Anne Williams-Isom sostiene que la situación es insostenible. Sólo en la última semana han entrado en el sistema 2.300 solicitantes de asilo más, lo que supone una carga para los ya limitados recursos de que dispone la ciudad de Nueva York.
Dado que la precaria situación en la ciudad de Nueva York sigue empeorando, el gobierno de Biden debe hacer los cambios necesarios para atender las necesidades de los solicitantes de asilo y evitar un mayor caos. Es una tarea monumental, pero sin mejoras significativas, la ya precaria situación corre el riesgo de descontrolarse.
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