Un tribunal británico condenó a Lucy Letby, de 33 años, a cadena perpetua sin posibilidad de excarcelación, en uno de los casos de infanticidio más notorios de la historia británica reciente. El tribunal la declaró culpable de asesinar a siete bebés e intentar matar a otros seis mientras trabajaba en una unidad neonatal del norte de Inglaterra.
El caso ha conmocionado al Reino Unido, con la gravedad del crimen solo amplificada por la duración del juicio de tres años desde la primera detención de Letby en 2018. Letby había sido trasladada a un servicio administrativo del hospital en 2016 debido al fuerte aumento de muertes y atrofias entre los pacientes bajo su vigilancia.
La condena se produce tras el descubrimiento de notas incriminatorias que Letby supuestamente había escrito de su puño y letra, así como de las pruebas presentadas por la fiscalía en el largo juicio que comenzó en octubre de 2020. Se descubrió que Letby había inyectado aire en el torrente sanguíneo de los bebés, les había suministrado sustancias venenosas y había manipulado sus tubos de respiración, todo ello en un intento de ocultar su delito. La fiscalía describió a la enfermera como una persona “fría, calculadora, cruel y tenaz” que se aprovechó de la vulnerabilidad de los bebés enfermos y de sus angustiados padres durante su año de trabajo.
Tras 22 días de deliberaciones, Letby fue declarada culpable y condenada a cadena perpetua. Las familias de las víctimas siguen buscando una solución, incapaces de comprender por qué ocurrió esto y por qué no fue llevada antes ante la justicia. El Primer Ministro Rishi Sunak condenó la negativa de Letby a asistir a la vista, declarando que “es cobarde que quienes cometen crímenes tan horrendos no den la cara ante sus víctimas”. Para los recién nacidos, sus padres y las familias afectadas, este desenlace es demasiado poco y demasiado tarde, pero en última instancia se ha hecho justicia.
Con información de AFP Y AP