“Un amparo, el recurso de VW y Audi para invalidar el decreto de Miguel Barbosa”
El arranque de las plantas de autopartes y vehículos ha generado opiniones encontradas entre los gobernadores de los estados que concentran la producción automotriz. Mientras que Diego Sinhué Rodríguez, en Guanajuato, ha impulsado la reapertura de las plantas automotrices en su entidad, como la de General Motors que reinició la producción de motores, transmisiones y vehículos la semana pasada; el gobernador de Puebla ha buscado retrasar el arranque mediante la publicación de un decreto, al considerar que aún no hay condiciones óptimas para empezar a movilizar a la población.
En el documento de tres páginas, publicado el 22 de mayo, Barbosa escribe que frente a los “tiempos angustiosos y agobiantes” que se viven por la pandemia de coronavirus “se hace imprescindible la toma de decisiones estrictas”.
Puebla es la séptima entidad con más contagios de coronavirus a nivel nacional. Hasta el 25 de mayo, la entidad sumaba 2,165 casos acumulados y 260 defunciones, según datos de la Secretaría de Salud. “Estas circunstancias me obligan a decretar que Puebla no está en condiciones para reiniciar actividades en la industria automotriz y en el sector de la construcción”, dice Barbosa en el decreto.
“Si bien el acuerdo publicado el 15 de mayo en el Diario Oficial de la Federación tiene un alcance nacional, un gobernador tiene la facultad para emitir un decreto como lo hizo el de Puebla. El documento es válido porque está fundamentado en disposiciones jurídicas, como la Ley General de Salud, la Convención Interamericana de Derechos Humanos y la Ley Estatal de Salud”, explica en entrevista Francisco Burgoa, abogado constitucionalista y catedrático de la UNAM.
Hasta ahora, Puebla es el único estado que ha recurrido a un decreto para frenar el arranque de alguna de las tres industrias recientemente incorporadas a la lista de actividades esenciales. Incluso, el Estado de México, que es la segunda entidad con más casos a nivel federal, no ha intentado frenar la reanudación del sector automotriz, y Ford y Fiat Chrysler ya alistan la reanudación de las plantas que tienen en la entidad, en Cuautitlán y Toluca.
“Es una situación compleja. Por una parte queremos que el país siga creciendo económicamente, pero [una reapertura acelerada] puede generar más contagios”, dice Burgoa. “No tengo ninguna duda de que las armadoras van a cumplir con las medidas de higiene, pero cómo se va a garantizar que las personas no se contagien durante el trayecto que hagan de su casa a la planta”, añade.
La planta de Volkswagen en Puebla es el complejo automotriz más grande que opera en México, tanto en capacidad instalada como en número de empleados. En la fábrica, donde se ensamblaron casi 400,000 unidades de los modelos Jetta, Tiguan y Golf el año pasado, laboran 11,500 personas, entre personal operativo y administrativo, según datos de la empresa.
La planta detuvo operaciones el 30 de marzo, luego de que 40 trabajadores fueron puestos en aislamiento preventivo, tras entrar en contacto con un capacitador externo que dio positivo a la prueba de COVID-19.
A un mes y medio del apagón, Volkswagen ha dicho que la reapertura de su planta será gradual, con el “mínimo necesario” de empleados requeridos en cada turno. Es decir, que según el plan de la armadora, los poco más de 11,000 empleados no regresarán a laborar de inmediato, mientras que aquellos que sí lo hagan tendrán que seguir estrictas medidas de higiene y prevención, como checar su temperatura en la entrada de la planta, mantener una ‘sana distancia’ en toda la línea de producción, utilizar equipo de protección y comer box lunch para reducir las concentraciones de personal en el área de comedor. La planta también dijo que tomaría medidas para reducir el riesgo de contagio en el transporte de personal.