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En unas recientes declaraciones, el Presidente de Colombia, Gustavo Petro, repudió las afirmaciones de su hermano de que a ambos les habían diagnosticado síndrome de Asperger “cuando éramos niños”. En su discurso, el presidente sostuvo que tal diagnóstico es imposible dado que la enfermedad sólo fue reconocida oficialmente por primera vez en 1994, cuando él ya tenía 34 años.

La declaración de Petro respondía a las continuas peticiones de los líderes de la oposición para que el presidente se sometiera a un examen médico debido a su ausencia en numerosos compromisos oficiales. El síndrome de Asperger, una forma de trastorno del espectro autista (TEA), se caracteriza por dificultades en la comunicación social y patrones de comportamiento que pueden ser repetitivos e intensos.

Las palabras del presidente han puesto en el punto de mira las afirmaciones de su hermano Juan Fernando Petro, que han suscitado las críticas de funcionarios del Gobierno, provocando una tormenta de debate. Petro no dio más comentarios ni explicaciones, limitándose a refutar el diagnóstico y a cuestionar la afirmación de su hermano.

Para los colombianos, ahora más que nunca, es esencial comprender la gravedad de este asunto que sigue generando una inmensa cantidad de reacciones y controversias. No es claro si se acallarán las voces que propugnan la necesidad de que el presidente se someta a un examen médico, o si el supuesto diagnóstico de síndrome de Asperger seguirá siendo motivo de controversia en el país. Lo que sigue siendo seguro es la confianza del presidente Petro en su firme negación del diagnóstico de su hermano.

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