Cada verano, ciudades y regiones de todo el mundo se preparan para un enemigo común: la ola de calor. Estos episodios de calor extremo, que a menudo duran días o incluso semanas, se han convertido en un fenómeno cada vez más frecuente en los últimos años gracias a los efectos del cambio climático.

En un nuevo informe de la Organización Meteorológica Mundial (OMM), se ha revelado que el cambio climático está causando importantes daños a la salud humana, siendo las olas de calor la consecuencia más mortífera. Según el informe, las olas de calor causan por sí solas 489.000 muertes al año, superando a otros fenómenos meteorológicos extremos relacionados con el calentamiento global.

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Las regiones con mayor número de muertes por olas de calor son Asia y Europa. El estudio también señala que la mortalidad relacionada con el calor extremo puede estar muy subestimada, ya que muchos países carecen de datos completos y de una coordinación adecuada entre las alertas sanitarias y meteorológicas.

En el verano de 2022, una ola de calor mató en Europa a 60.000 personas, lo que sirvió de escalofriante recordatorio de los efectos devastadores de las temperaturas extremas. Los ancianos son especialmente vulnerables a estas olas de calor, y un estudio reciente publicado en The Lancet informa de un aumento del 68% de la mortalidad relacionada con el calor en este grupo de edad en tan solo 15 años.

A medida que las temperaturas globales sigan aumentando, se espera que la frecuencia e intensidad de las olas de calor también lo hagan. Es crucial que los gobiernos y las organizaciones den prioridad a la implantación de sistemas eficaces de alerta y prevención para mitigar el impacto de estas mortales olas de calor.

Riesgos para la salud

Los estudios han demostrado que las olas de calor pueden agravar la contaminación atmosférica, lo que provoca unos siete millones de muertes prematuras al año. Las sequías, otra consecuencia del cambio climático, también están causando estragos. El informe revela que estos fenómenos meteorológicos extremos han afectado a un 21% más de tierras en la última década en comparación con mediados del siglo XX, lo que ha provocado inseguridad alimentaria y malnutrición.

Aún más preocupante es el hecho de que se espera que los países vulnerables -especialmente en África- se lleven la peor parte de estas consecuencias. La falta de recursos e infraestructuras en estas regiones las hace más susceptibles al devastador impacto del cambio climático sobre la salud.

El cambio climático también tiene consecuencias indirectas, como los efectos sobre las enfermedades transmitidas por vectores, como la malaria y el dengue. La raíz de esta crisis está clara: el aumento de las temperaturas globales debido a las crecientes emisiones de gases de efecto invernadero. El informe advierte de que la frecuencia de las catástrofes meteorológicas va a aumentar en los próximos años, lo que subraya la necesidad de actuar con urgencia.

Entonces, ¿qué se puede hacer para mitigar esta amenaza inminente? La OMM subraya la importancia de los sistemas de alerta temprana y de los servicios de información climática. Estas medidas pueden ayudar a las personas y a las comunidades a prepararse para posibles riesgos sanitarios y a tomar las precauciones necesarias.

El momento de actuar es ahora. Todos los países deben unirse y adoptar medidas tangibles para reducir las emisiones y aplicar medidas de adaptación. No hacerlo podría tener consecuencias catastróficas para la salud humana y revertir los avances logrados en el desarrollo mundial. Es hora de dar prioridad a la salud de nuestro planeta y de sus habitantes.

Con información de EFE

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